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Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, Capítulo 12 (4)

Capítulo 12 (4)

En un cierto momento, el coronel Gerineldo Márquez era en verdad el único que habría podido mover, aun desde su mecedor de paralítico, los enmohecidos hilos de la rebelión. Después del armisticio de Neerlandia, mientras el coronel Aureliano Buendía se refugiaba en el exilio de sus pescaditos de oro, él se mantuvo en contacto con los oficiales rebeldes que le fueron fieles hasta la derrota. Hizo con ellos la guerra triste de la humillación cotidiana, de las súplicas y los memoriales, del vuelva mañana, del ya casi, del estamos estudiando su caso con la debida atención; la guerra perdida sin remedio contra los muy atentos y seguros servidores que debían asignar y no asignaron nunca las pensiones vitalicias. La otra guerra, la sangrienta de veinte años, no les causó tantos estragos como la guerra corrosiva del eterno aplazamiento. El propio coronel Gerineldo Márquez, que escapó a tres atentados, sobrevivió a cinco heridas y salió ileso de incontables batallas, sucumbió al asedio atroz de la espera y se hundió en la derrota miserable de la vejez, pensando en Amaranta entre los rombos de luz de una casa prestada. Los últimos veteranos de quienes se tuvo noticia aparecieron retratados en un periódico, con la cara levantada de indignidad, junto a un anónimo presidente de la república que les regaló unos botones con su efigie para que los usaran en la solapa, y les restituyó una bandera sucia de sangre y de pólvora para que la pusieran sobre sus ataúdes. Los otros, los más dignos, todavía esperaban una carta en la penumbra de la caridad pública, muriéndose de hambre, sobreviviendo de rabia, pudriéndose de viejos en la exquisita mierda de la gloria. De modo que cuando el coronel Aureliano Buendía lo invitó a promover una conflagración mortal que arrasara con todo vestigio de un régimen de corrupción y de escándalo sostenido por el invasor extranjero, el coronel Gerineldo Márquez no pudo reprimir un estremecimiento de compasión.

—Ay, Aureliano —suspiró—, ya sabía que estabas viejo, pero ahora me doy cuenta que estás mucho más viejo de lo que pareces.

Capítulo 12 (4) Kapitel 12 (4) Chapter 12 (4) Rozdział 12 (4) Capítulo 12 (4) Глава 12 (4) Bölüm 12 (4) 第12章(4) 第12章(4)

En un cierto momento, el coronel Gerineldo Márquez era en verdad el único que habría podido mover, aun desde su mecedor de paralítico, los enmohecidos hilos de la rebelión. At a certain moment, Colonel Gerineldo Márquez was truly the only one who could have moved, even from his paralyzed rocking chair, the rusty threads of the rebellion. 在某个时刻,赫里内尔多·马尔克斯上校确实是唯一一个即使坐在瘫痪的摇椅上也能移动起义的生锈线索的人。 Después del armisticio de Neerlandia, mientras el coronel Aureliano Buendía se refugiaba en el exilio de sus pescaditos de oro, él se mantuvo en contacto con los oficiales rebeldes que le fueron fieles hasta la derrota. 尼兰迪亚停战后,奥雷里亚诺·布恩迪亚上校在躲避他的小金鱼的流放中避难时,他与那些忠于他的叛军军官保持着联系,直到他们被击败。 Hizo con ellos la guerra triste de la humillación cotidiana, de las súplicas y los memoriales, del vuelva mañana, del ya casi, del estamos estudiando su caso con la debida atención; la guerra perdida sin remedio contra los muy atentos y seguros servidores que debían asignar y no asignaron nunca las pensiones vitalicias. 他与他们进行了一场悲惨的战争,每天都遭受羞辱,恳求和悼念,明天就回来,几乎已经,我们正在认真研究他的案件;与那些非常细心和安全的仆人的战争毫无希望地失败了,他们必须分配但从未分配过终身养老金。 La otra guerra, la sangrienta de veinte años, no les causó tantos estragos como la guerra corrosiva del eterno aplazamiento. The other war, the bloody twenty-year war, did not wreak as much havoc on them as the corrosive war of eternal postponement. 另一场战争,即持续了二十年的血腥战争,并没有像永恒推迟的腐蚀性战争那样给他们带来那么严重的破坏。 El propio coronel Gerineldo Márquez, que escapó a tres atentados, sobrevivió a cinco heridas y salió ileso de incontables batallas, sucumbió al asedio atroz de la espera y se hundió en la derrota miserable de la vejez, pensando en Amaranta entre los rombos de luz de una casa prestada. Colonel Gerineldo Márquez himself, who escaped three attacks, survived five wounds and emerged unscathed from countless battles, succumbed to the atrocious siege of waiting and sank into the miserable defeat of old age, thinking of Amaranta among the rhombuses of light from a borrowed house 赫里内尔多·马尔克斯上校本人,躲过了三场袭击,五次受伤,在无数次战斗中毫发无伤,屈服于等待的残酷围攻,陷入了老年的悲惨失败,想着阿玛兰塔在借来的房子的光辉钻石中 Los últimos veteranos de quienes se tuvo noticia aparecieron retratados en un periódico, con la cara levantada de indignidad, junto a un anónimo presidente de la república que les regaló unos botones con su efigie para que los usaran en la solapa, y les restituyó una bandera sucia de sangre y de pólvora para que la pusieran sobre sus ataúdes. The last known veterans were portrayed in a newspaper, with their faces raised in indignity, together with an anonymous president of the republic who gave them some buttons with his effigy to wear on their lapels, and restored a flag dirty with blood and gunpowder so that they could put it on their coffins. 最后为人所知的退伍军人出现在报纸上,他们的脸抬起来,与一位匿名的共和国总统在一起,这位总统给了他们印有他的肖像的纽扣,让他们戴在翻领上,并把他们放回了一面沾满鲜血和火药的旗帜上,以纪念他们。被放置在他们的棺材上。 Los otros, los más dignos, todavía esperaban una carta en la penumbra de la caridad pública, muriéndose de hambre, sobreviviendo de rabia, pudriéndose de viejos en la exquisita mierda de la gloria. The others, the most worthy, were still waiting for a letter in the twilight of public charity, starving, surviving with rage, rotting from old age in the exquisite shit of glory. 其他最有价值的人仍在公共慈善机构的阴暗中等待一封信,他们挨饿,靠愤怒生存,在荣耀的精致粪便中腐烂。 De modo que cuando el coronel Aureliano Buendía lo invitó a promover una conflagración mortal que arrasara con todo vestigio de un régimen de corrupción y de escándalo sostenido por el invasor extranjero, el coronel Gerineldo Márquez no pudo reprimir un estremecimiento de compasión. So when Colonel Aureliano Buendía invited him to promote a deadly conflagration that would wipe out all vestiges of a regime of corruption and scandal sustained by the foreign invader, Colonel Gerineldo Márquez could not repress a shudder of compassion. 因此,当奥雷里亚诺·布恩迪亚上校邀请他发起一场致命的大火,以消灭外国入侵者支持的腐败和丑闻政权的所有残余时,赫里内尔多·马尔克斯上校无法抑制同情心的颤抖。

—Ay, Aureliano —suspiró—, ya sabía que estabas viejo, pero ahora me doy cuenta que estás mucho más viejo de lo que pareces. "Oh, Aureliano," he sighed, "I already knew you were old, but now I realize you're much older than you seem."