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Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, Capítulo 12 (1)

Capítulo 12 (1)

XII

Deslumbrada por tantas y tan maravillosas invenciones, la gente de Macondo no sabía por dónde empezar a asombrarse. Se trasnochaban contemplando las pálidas bombillas eléctricas alimentadas por la planta que llevó Aureliano Triste en el segundo viaje del tren, y a cuyo obsesionante tumtum costó tiempo y trabajo acostumbrarse. Se indignaron con las imágenes vivas que el próspero comerciante don Bruno Crespi proyectaba en el teatro con taquillas de bocas de león, porque un personaje muerto y sepultado en una película, y por cuya desgracia se derramaron lágrimas de aflicción, reapareció vivo y convertido en árabe en la película siguiente. El público que pagaba dos centavos para compartir las vicisitudes de los personajes, no pudo soportar aquella burla inaudita y rompió la silletería. El alcalde, a instancias de don Bruno Crespi, explicó mediante un bando, que el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos pasionales del público. Ante la desalentadora explicación, muchos estimaron que habían sido víctimas de un nuevo y aparatoso asunto de gitanos, de modo que optaron por no volver al cine, considerando que ya tenían bastante con sus propias penas para llorar por fingidas desventuras de seres imaginarios. Algo semejante ocurrió con los gramófonos de cilindros que llevaron las alegres matronas de Francia en sustitución de los anticuados organillos, y que tan hondamente afectaron por un tiempo los intereses de la banda de músicos. Al principio, la curiosidad multiplicó la clientela de la calle prohibida, y hasta se supo de señoras respetables que se disfrazaron de villanos para observar de cerca la novedad del gramófono, pero tanto y de tan cerca lo observaron, que muy pronto llegaron a la conclusión de que no era un molino de sortilegio, como todos pensaban y como las matronas decían, sino un truco mecánico que no podía compararse con algo tan conmovedor, tan humano y tan lleno de verdad cotidiana como una banda de músicos. Fue una desilusión tan grave, que cuando los gramófonos se popularizaron hasta el punto de que hubo uno en cada casa, todavía no se les tuvo como objetos para entretenimiento de adultos, sino como una cosa buena para que la destriparan los niños. En cambio, cuando alguien del pueblo tuvo oportunidad de comprobar la cruda realidad del teléfono instalado en la estación del ferrocarril, que a causa de la manivela se consideraba como una versión rudimentaria del gramófono, hasta los más incrédulos se desconcertaron. Era como si Dios hubiera resuelto poner a prueba toda capacidad de asombro, y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación, hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta dónde estaban los límites de la realidad. Era un intrincado frangollo de verdades y espejismos, que convulsionó de impaciencia al espectro de José Arcadio Buendía bajo el castaño y lo obligó a caminar por toda la casa aun a pleno día. Desde que el ferrocarril fue inaugurado oficialmente y empezó a llegar con regularidad los miércoles a las once, y se construyó la primitiva estación de madera con un escritorio, el teléfono, y una ventanilla para vender los pasajes, se vieron por las calles de Macondo hombres y mujeres que fingían actitudes comunes y corrientes, pero que en realidad parecían gente de circo. En un pueblo escaldado por el escarmiento de los gitanos no había un buen porvenir para aquellos equilibristas del comercio ambulante que con igual desparpajo ofrecían una olla pitadora que un régimen de vida para la salvación del alma al séptimo día; pero entre los que se dejaban convencer por cansancio y los incautos de siempre, obtenían estupendos beneficios. Entre esas criaturas de farándula, con pantalones de montar y polainas, sombrero de corcho, espejuelos con armaduras de acero, ojos de topacio y pellejo de gallo fino, uno de tantos miércoles llegó a Macondo y almorzó en la casa el rechoncho y sonriente Mr. Herbert.

Nadie lo distinguió en la mesa mientras no se comió el primer racimo de bananos. Aureliano Segundo lo había encontrado por casualidad, protestando en español trabajoso porque no había un cuarto libre en el Hotel de Jacob, y como lo hacía con frecuencia con muchos forasteros se lo llevó a la casa. Tenía un negocio de globos cautivos, que había llevado por medio mundo con excelentes ganancias, pero no había conseguido elevar a nadie en Macondo porque consideraban ese invento como un retroceso, después de haber visto y probado las esteras voladoras de los gitanos. Se iba, pues, en el próximo tren. Cuando llevaron a la mesa el atigrado racimo de banano que solían colgar en el comedor durante el almuerzo, arrancó la primera fruta sin mucho entusiasmo. Pero siguió comiendo mientras hablaba, saboreando, masticando, más bien con distracción de sabio que con deleite de buen comedor, y al terminar el primer racimo suplicó que le llevaran otro. Entonces sacó de la caja de herramientas que siempre llevaba consigo un pequeño estuche de aparatos ópticos. Con la incrédula atención de un comprador de diamantes examinó meticulosamente un banano seccionando sus partes con un estilete especial, pesándolas en un granatario de farmacéutico y calculando su envergadura con un calibrador de armero. Luego sacó de la caja una serie de instrumentos con los cuales midió la temperatura, el grado de humedad de la atmósfera y la intensidad de la luz. Fue una ceremonia tan intrigante, que nadie comió tranquilo esperando que Mr. Herbert emitiera por fin un juicio revelador, pero no dijo nada que permitiera vislumbrar sus intenciones.

En los días siguientes se le vio con una malla y una canastilla cazando mariposas en los alrededores del pueblo. El miércoles llegó un grupo de ingenieros, agrónomos, hidrólogos, topógrafos y agrimensores que durante varias semanas exploraron los mismos lugares donde Mr. Herbert cazaba mariposas. Más tarde llegó el señor Jack Brown en un vagón suplementario que engancharon en la cola del tren amarillo, y que era todo laminado de plata, con poltronas de terciopelo episcopal y techo de vidrios azules. En el vagón especial llegaron también, revoloteando en torno al señor Brown, los solemnes abogados vestidos de negro que en otra época siguieron por todas partes al coronel Aureliano Buendía, y esto hizo pensar a la gente que los agrónomos, hidrólogos, topógrafos y agrimensores, así como Mr. Herbert con sus globos cautivos y sus mariposas de colores, y el señor Brown con su mausoleo rodante y sus feroces perros alemanes, tenían algo que ver con la guerra. No hubo, sin embargo, mucho tiempo para pensarlo, porque los suspicaces habitantes de Macondo apenas empezaban a preguntarse qué cuernos era lo que estaba pasando, cuando ya el pueblo se había transformado en un campamento de casas de madera con techos de zinc, poblado por forasteros que llegaban de medio mundo en el tren, no solo en los asientos y plataformas sino hasta en el techo de los vagones. Los gringos, que después llevaron sus mujeres lánguidas con trajes de muselina y grandes sombreros de gasa, hicieron un pueblo aparte al otro lado de la línea del tren, con calles bordeadas de palmeras, casas con ventanas de redes metálicas, mesitas blancas en las terrazas y ventiladores de aspas colgados en el cielorraso, y extensos prados azules con pavorreales y codornices. El sector estaba cercado por una malla metálica, como un gigantesco gallinero electrificado que en los frescos meses del verano amanecía negro de golondrinas achicharradas. Nadie sabía aún qué era lo que buscaban, o si en verdad no eran más que filántropos, y ya habían ocasionado un trastorno colosal, mucho más perturbador que el de los antiguos gitanos, pero menos transitorio y comprensible. Dotados de recursos que en otra época estuvieron reservados a la Divina Providencia, modificaron el régimen de lluvias, apresuraron el ciclo de las cosechas, y quitaron el río de donde estuvo siempre y lo pusieron con sus piedras blancas y sus corrientes heladas en el otro extremo de la población, detrás del cementerio. Fue en esa ocasión cuando construyeron una fortaleza de hormigón sobre la descolorida tumba de José Arcadio, para que el olor a pólvora del cadáver no contaminara las aguas. Para los forasteros que llegaban sin amor, convirtieron la calle de las cariñosas matronas de Francia en un pueblo más extenso que el otro, y un miércoles de gloria llevaron un tren cargado de putas inverosímiles, hembras babilónicas adiestradas en recursos inmemoriales, y provistas de toda clase de ungüentos y dispositivos para estimular a los inermes, despabilar a los tímidos, saciar a los voraces, exaltar a los modestos, escarmentar a los múltiples y corregir a los solitarios. La Calle de los Turcos, enriquecida con luminosos almacenes de ultramarinos que desplazaron los viejos bazares de colorines, bordoneaba la noche del sábado con las muchedumbres de aventureros que se atropellaban entre las mesas de suerte y azar, los mostradores de tiro al blanco, el callejón donde se adivinaba el porvenir y se interpretaban los sueños, y las mesas de fritangas y bebidas, que amanecían el domingo desparramadas por el suelo, entre cuerpos que a veces eran de borrachos felices y casi siempre de curiosos abatidos por los disparos, trompadas, navajinas y botellazos de la pelotera. Fue una invasión tan tumultuosa e intempestiva, que en los primeros tiempos fue imposible caminar por la calle con el estorbo de los muebles y los baúles, y el trajín de carpintería de quienes paraban sus casas en cualquier terreno pelado sin permiso de nadie, y el escándalo de las parejas que colgaban sus hamacas entre los almendros y hacían el amor bajo los toldos, a pleno día y a la vista de todo el mundo. El único rincón de serenidad fue establecido por los pacíficos negros antillanos que construyeron una calle marginal, con casas de madera sobre pilotes, en cuyos pórticos se sentaban al atardecer cantando himnos melancólicos en su farragoso papiamento. Tantos cambios ocurrieron en tan poco tiempo, que ocho meses después de la visita de Mr. Herbert los antiguos habitantes de Macondo se levantaban temprano a conocer su propio pueblo.

—Miren la vaina que nos hemos buscado —solía decir entonces el coronel Aureliano Buendía—, no más por invitar un gringo a comer guineo.

Aureliano Segundo, en cambio, no cabía de contento con la avalancha de forasteros. La casa se llenó de pronto de huéspedes desconocidos, de invencibles parranderos mundiales, y fue preciso agregar dormitorios en el patio, ensanchar el comedor y cambiar la antigua mesa por una de dieciséis puestos, con nuevas vajillas y servicios, y aun así hubo que establecer turnos para almorzar. Fernanda tuvo que atragantarse sus escrúpulos y atender como a reyes a invitados de la más perversa condición, que embarraban con sus botas el corredor, se orinaban en el jardín, extendían sus petates en cualquier parte para hacer la siesta, y hablaban sin fijarse en susceptibilidades de damas ni remilgos de caballeros. Amaranta se escandalizó de tal modo con la invasión de la plebe, que volvió a comer en la cocina como en los viejos tiempos. El coronel Aureliano Buendía, persuadido de que la mayoría de quienes entraban a saludarlo en el taller no lo hacían por simpatía o estimación, sino por la curiosidad de conocer una reliquia histórica, un fósil de museo, optó por encerrarse con tranca y no se le volvió a ver sino en muy escasas ocasiones sentado en la puerta de la calle. Úrsula, en cambio, aún en los tiempos en que ya arrastraba los pies y caminaba tanteando en las paredes, experimentaba un alborozo pueril cuando se aproximaba la llegada del tren. «Hay que hacer carne y pescado», ordenaba a las cuatro cocineras, que se afanaban por estar a tiempo bajo la imperturbable dirección de Santa Sofía de la Piedad. «Hay que hacer de todo —insistía— porque nunca se sabe qué quieren comer los que vienen». El tren llegaba a la hora de más calor. Al almuerzo, la casa trepidaba con un alboroto de mercado, y los sudorosos comensales, que ni siquiera sabían quiénes eran sus anfitriones, irrumpían en tropel para ocupar los mejores puestos en la mesa, mientras las cocineras tropezaban entre sí con las enormes ollas de sopa, los calderos de carnes, las bangañas de legumbres, las bateas de arroz, y repartían con cucharones inagotables los toneles de limonada. Era tal el desorden, que Fernanda se exasperaba con la idea de que muchos comían dos veces, y en más de una ocasión quiso desahogarse en improperios de verdulera porque algún comensal confundido le pedía la cuenta. Había pasado más de un año desde la visita de Mr. Herbert, y lo único que se sabía era que los gringos pensaban sembrar banano en la región encantada que José Arcadio Buendía y sus hombres habían atravesado buscando la ruta de los grandes inventos. Otros dos hijos del coronel Aureliano Buendía, con su cruz de ceniza en la frente, llegaron arrastrados por aquel eructo volcánico, y justificaron su determinación con una frase que tal vez explicaba las razones de todos.

Capítulo 12 (1) Kapitel 12 (1) Chapter 12 (1) Chapitre 12 (1) Capitolo 12 (1) Capítulo 12 (1) Глава 12 (1) 第12章(1)

XII

Deslumbrada por tantas y tan maravillosas invenciones, la gente de Macondo no sabía por dónde empezar a asombrarse. Dazzled by so many wonderful inventions, the people of Macondo did not know where to begin to be amazed. Ebloui par tant d'inventions merveilleuses, le peuple de Macondo ne savait par où commencer pour s'émerveiller. Se trasnochaban contemplando las pálidas bombillas eléctricas alimentadas por la planta que llevó Aureliano Triste en el segundo viaje del tren, y a cuyo obsesionante tumtum costó tiempo y trabajo acostumbrarse. They stayed up all night contemplating the pale electric bulbs fed by the plant that Aureliano Triste carried on the second trip of the train, whose obsessive tumtum took time and effort to get used to. Ils restèrent éveillés toute la nuit à contempler les pâles ampoules électriques alimentées par la plante qu'Aureliano Triste avait emportée avec lui lors du deuxième voyage du train, et dont le tumtum obsessionnel demandait du temps et du travail pour s'habituer. Se indignaron con las imágenes vivas que el próspero comerciante don Bruno Crespi proyectaba en el teatro con taquillas de bocas de león, porque un personaje muerto y sepultado en una película, y por cuya desgracia se derramaron lágrimas de aflicción, reapareció vivo y convertido en árabe en la película siguiente. They were outraged by the vivid images that the prosperous merchant, Don Bruno Crespi, projected in the theater with lion's-mouth box offices, because a dead and buried character in a film, and whose misfortune tears of affliction were shed, reappeared alive and turned into an Arab. in the next movie. Ils s'indignaient des images vivantes que le prospère marchand Don Bruno Crespi projetait dans le théâtre aux guichets à gueule de lion, parce qu'un personnage mort et enterré dans un film, et pour le malheur duquel des larmes de chagrin avaient été versées, réapparaissait vivant et se transformait en un Arabe dans le prochain film. El público que pagaba dos centavos para compartir las vicisitudes de los personajes, no pudo soportar aquella burla inaudita y rompió la silletería. The public who paid two cents to share the vicissitudes of the characters, could not bear that unheard-of mockery and broke the stalls. Le public qui a payé deux sous pour partager les vicissitudes des personnages, n'a pas supporté cette moquerie inouïe et a cassé les sièges. El alcalde, a instancias de don Bruno Crespi, explicó mediante un bando, que el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos pasionales del público. The mayor, at the request of Mr. Bruno Crespi, explained through a statement that the cinema was a machine of illusion that did not deserve the passionate overflows of the public. Le maire, à la demande de Don Bruno Crespi, expliqua par un édit que le cinéma était une machine à illusion qui ne méritait pas les débordements passionnés du public. Ante la desalentadora explicación, muchos estimaron que habían sido víctimas de un nuevo y aparatoso asunto de gitanos, de modo que optaron por no volver al cine, considerando que ya tenían bastante con sus propias penas para llorar por fingidas desventuras de seres imaginarios. Faced with the discouraging explanation, many considered that they had been victims of a new and showy gypsy affair, so they chose not to return to the cinema, considering that they already had enough with their own sorrows to cry over the feigned misadventures of imaginary beings. Au vu de l'explication décourageante, beaucoup s'estiment victimes d'une nouvelle et spectaculaire liaison gitane, ils choisissent alors de ne pas retourner au cinéma, estimant qu'ils en ont déjà assez de leur propre chagrin pour pleurer les mésaventures feintes d'êtres imaginaires. Algo semejante ocurrió con los gramófonos de cilindros que llevaron las alegres matronas de Francia en sustitución de los anticuados organillos, y que tan hondamente afectaron por un tiempo los intereses de la banda de músicos. Something similar happened with the cylinder gramophones which the merry matrons of France brought in to replace the old-fashioned street organs, and which so profoundly affected for a time the interests of the band of musicians. Quelque chose de semblable se produisit avec les phonographes à cylindre que les joyeuses matrones de France apportèrent pour remplacer les orgues de Barbarie démodés, et qui, pour un temps, affectèrent si profondément les intérêts de la bande de musiciens. Al principio, la curiosidad multiplicó la clientela de la calle prohibida, y hasta se supo de señoras respetables que se disfrazaron de villanos para observar de cerca la novedad del gramófono, pero tanto y de tan cerca lo observaron, que muy pronto llegaron a la conclusión de que no era un molino de sortilegio, como todos pensaban y como las matronas decían, sino un truco mecánico que no podía compararse con algo tan conmovedor, tan humano y tan lleno de verdad cotidiana como una banda de músicos. At first, curiosity multiplied the clientele of the forbidden street, and it was even known of respectable ladies who disguised themselves as villains to closely observe the novelty of the gramophone, but they observed it so much and so closely, that very soon they came to the conclusion that it was not a magic windmill, as everyone thought and as the matrons said, but a mechanical trick that could not be compared to something as moving, as human and as full of everyday truth as a band of musicians. Au début, la curiosité multipliait la clientèle de la rue interdite, et il arrivait même que des dames respectables se déguisaient en coquines pour observer de près la nouveauté du gramophone, mais elles l'observaient de si près qu'elles en vinrent bientôt à la conclusion que ce n'était pas un moulin à vent, comme tout le monde le pensait et comme le disaient les matrones, mais un truc mécanique qui ne pouvait être comparé à quelque chose d'aussi émouvant, d'aussi humain et d'aussi plein de vérité quotidienne qu'une bande de musiciens. Fue una desilusión tan grave, que cuando los gramófonos se popularizaron hasta el punto de que hubo uno en cada casa, todavía no se les tuvo como objetos para entretenimiento de adultos, sino como una cosa buena para que la destriparan los niños. Es war eine so große Enttäuschung, dass Grammophone, als sie so populär wurden, dass sie in jedem Haushalt zu finden waren, immer noch nicht als Objekte der Erwachsenenunterhaltung angesehen wurden, sondern als eine gute Sache für Kinder, die man ausnehmen konnte. It was such a disappointment that when gramophones became popular to the point where there was one in every house, they were still not thought of as objects for adult entertainment, but as a good thing for children to disembowel. C'était une telle déception que lorsque les gramophones sont devenus populaires au point qu'il y en avait un dans chaque maison, ils n'étaient toujours pas considérés comme des objets de divertissement pour adultes, mais plutôt comme une bonne chose à vider pour les enfants. En cambio, cuando alguien del pueblo tuvo oportunidad de comprobar la cruda realidad del teléfono instalado en la estación del ferrocarril, que a causa de la manivela se consideraba como una versión rudimentaria del gramófono, hasta los más incrédulos se desconcertaron. On the other hand, when someone from the town had the opportunity to verify the crude reality of the telephone installed in the railway station, which because of the crank was considered a rudimentary version of the gramophone, even the most incredulous were disconcerted. En revanche, lorsqu'un habitant de la ville a l'occasion de vérifier la grossière réalité du téléphone installé dans la gare, qui, à cause de la manivelle, est considéré comme une version rudimentaire du gramophone, même les plus incrédules sont déconcertés. Era como si Dios hubiera resuelto poner a prueba toda capacidad de asombro, y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación, hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta dónde estaban los límites de la realidad. It was as if God had resolved to test all capacity for wonder, and kept the inhabitants of Macondo in a permanent fluctuation between elation and disappointment, doubt and revelation, to the point that no one could know for sure anymore. where were the limits of reality. C'était comme si Dieu s'était résolu à tester toute capacité d'émerveillement, et maintenait les habitants de Macondo dans une oscillation permanente entre l'exaltation et la déception, le doute et la révélation, au point que nul ne pouvait plus savoir avec certitude où étaient les limites de réalité. Era un intrincado frangollo de verdades y espejismos, que convulsionó de impaciencia al espectro de José Arcadio Buendía bajo el castaño y lo obligó a caminar por toda la casa aun a pleno día. It was an intricate jumble of truths and mirages that convulsed with impatience the ghost of José Arcadio Buendía under the chestnut tree and forced him to walk through the entire house even in broad daylight. C'était un gâchis complexe de vérités et de mirages qui convulsait avec impatience le spectre de José Arcadio Buendía sous le marronnier et l'obligeait à marcher partout dans la maison même en plein jour. Desde que el ferrocarril fue inaugurado oficialmente y empezó a llegar con regularidad los miércoles a las once, y se construyó la primitiva estación de madera con un escritorio, el teléfono, y una ventanilla para vender los pasajes, se vieron por las calles de Macondo hombres y mujeres que fingían actitudes comunes y corrientes, pero que en realidad parecían gente de circo. Depuis que le chemin de fer a été officiellement inauguré et a commencé à arriver régulièrement le mercredi à onze heures, et que la gare primitive en bois a été construite avec un bureau, un téléphone et une fenêtre pour vendre des billets, des hommes ont été vus dans les rues de Macondo et des femmes qui faisaient semblant de étaient ordinaires, mais ressemblaient en fait à des gens de cirque. En un pueblo escaldado por el escarmiento de los gitanos no había un buen porvenir para aquellos equilibristas del comercio ambulante que con igual desparpajo ofrecían una olla pitadora que un régimen de vida para la salvación del alma al séptimo día; pero entre los que se dejaban convencer por cansancio y los incautos de siempre, obtenían estupendos beneficios. In a town scalded by the punishment of the gypsies, there was not a good future for those tightrope walkers of itinerant trade who, with equal self-confidence, offered a pitadora pot as a regimen of life for the salvation of the soul on the seventh day; but among those who let themselves be convinced by weariness and the usual unwary, they obtained stupendous benefits. Dans une ville échaudée par le châtiment des gitans, il n'y avait pas de bon avenir pour ces funambules du commerce de rue qui, avec une égale confiance en soi, offraient un pot sifflant comme régime de vie pour le salut de l'âme le septième jour ; mais parmi ceux qui se laissèrent convaincre par la fatigue et les crédules habituels, ils obtinrent des bienfaits prodigieux. Entre esas criaturas de farándula, con pantalones de montar y polainas, sombrero de corcho, espejuelos con armaduras de acero, ojos de topacio y pellejo de gallo fino, uno de tantos miércoles llegó a Macondo y almorzó en la casa el rechoncho y sonriente Mr. Herbert. Among those creatures of entertainment, with riding pants and leggings, cork hat, glasses with steel frames, topaz eyes and fine rooster skin, one of many Wednesdays arrived in Macondo and had lunch at the house the chubby and smiling Mr. Herbert. Parmi ces créatures du show-business, avec jodhpurs et leggings, chapeau de liège, lunettes à monture d'acier, yeux topaze et peau de coq fine, un des mercredis parmi tant d'autres le dodu et souriant M. Herbert.

Nadie lo distinguió en la mesa mientras no se comió el primer racimo de bananos. Nobody noticed him at the table until he ate the first bunch of bananas. Personne ne l'a vu à table jusqu'à ce qu'il ait mangé le premier régime de bananes. Aureliano Segundo lo había encontrado por casualidad, protestando en español trabajoso porque no había un cuarto libre en el Hotel de Jacob, y como lo hacía con frecuencia con muchos forasteros se lo llevó a la casa. Aureliano Segundo had found it by chance, protesting in labored Spanish that there was no free room in the Hotel de Jacob, and as he often did with many foreigners, he took it home. Aureliano Segundo l'avait trouvé par hasard, protestant dans un espagnol laborieux parce qu'il n'y avait pas de chambre libre à l'hôtel de Jacob, et comme il le faisait souvent avec de nombreux étrangers, il l'emporta chez lui. Tenía un negocio de globos cautivos, que había llevado por medio mundo con excelentes ganancias, pero no había conseguido elevar a nadie en Macondo porque consideraban ese invento como un retroceso, después de haber visto y probado las esteras voladoras de los gitanos. He had a business of captive balloons, which he had taken halfway around the world with excellent profits, but he had not been able to raise anyone in Macondo because they considered that invention a setback, after having seen and tried the flying mats of the gypsies. Il avait une entreprise de ballons captifs, qu'il avait emmenés à l'autre bout du monde avec d'excellents bénéfices, mais il n'avait réussi à élever personne à Macondo car ils considéraient cette invention comme un revers, après avoir vu et testé les tapis volants des gitans. Se iba, pues, en el próximo tren. So he was leaving on the next train. Cuando llevaron a la mesa el atigrado racimo de banano que solían colgar en el comedor durante el almuerzo, arrancó la primera fruta sin mucho entusiasmo. When the tabby bunch of bananas that used to hang in the dining room at lunch was brought to the table, he plucked the first fruit without much enthusiasm. Quand on apporta sur la table le régime de bananes tigrées qu'on avait l'habitude d'accrocher dans la salle à manger à l'heure du déjeuner, il cueillit les premiers fruits sans grand enthousiasme. Pero siguió comiendo mientras hablaba, saboreando, masticando, más bien con distracción de sabio que con deleite de buen comedor, y al terminar el primer racimo suplicó que le llevaran otro. But he continued eating as he spoke, savoring, chewing, rather with the distraction of a wise man than with the delight of a good eater, and when he finished the first bunch he begged for another. Mais il continuait à manger en parlant, savourant, mâchant, plus avec l'égarement d'un sage qu'avec le délice d'un bon mangeur, et quand il avait fini le premier bouquet il en mendiait un autre. Entonces sacó de la caja de herramientas que siempre llevaba consigo un pequeño estuche de aparatos ópticos. Then he took out of the toolbox that he always carried with him a small case of optical devices. Con la incrédula atención de un comprador de diamantes examinó meticulosamente un banano seccionando sus partes con un estilete especial, pesándolas en un granatario de farmacéutico y calculando su envergadura con un calibrador de armero. With the incredulous attention of a diamond buyer, he meticulously examined a banana tree, sectioning its parts with a special stylus, weighing them in a pharmacist's grenade, and calculating their wingspan with a gunsmith's caliper. Avec l'attention incrédule d'un acheteur de diamants, il examina méticuleusement une banane, sectionnant ses parties avec un stylet spécial, les pesant dans une grenade de pharmacien et calculant leur envergure avec un pied à coulisse d'armurier. Luego sacó de la caja una serie de instrumentos con los cuales midió la temperatura, el grado de humedad de la atmósfera y la intensidad de la luz. Fue una ceremonia tan intrigante, que nadie comió tranquilo esperando que Mr. Herbert emitiera por fin un juicio revelador, pero no dijo nada que permitiera vislumbrar sus intenciones. It was such an intriguing ceremony that no one ate in peace, waiting for Mr. Herbert to finally make a revealing judgment, but he said nothing that would give a glimpse of his intentions. C'était une cérémonie si intrigante que personne n'a mangé tranquillement, attendant que M. Herbert porte enfin un jugement révélateur, mais il n'a rien dit pour suggérer ses intentions.

En los días siguientes se le vio con una malla y una canastilla cazando mariposas en los alrededores del pueblo. In the following days he was seen with a mesh and a basket hunting butterflies in the outskirts of the town. Les jours suivants, il a été vu avec un filet et un panier en train de chasser des papillons autour de la ville. El miércoles llegó un grupo de ingenieros, agrónomos, hidrólogos, topógrafos y agrimensores que durante varias semanas exploraron los mismos lugares donde Mr. Herbert cazaba mariposas. Mercredi est arrivé un groupe d'ingénieurs, d'agronomes, d'hydrologues, de topographes et de géomètres qui ont exploré pendant plusieurs semaines les mêmes endroits où M. Herbert chassait les papillons. Más tarde llegó el señor Jack Brown en un vagón suplementario que engancharon en la cola del tren amarillo, y que era todo laminado de plata, con poltronas de terciopelo episcopal y techo de vidrios azules. Later Mr. Jack Brown arrived in a supplementary car that was hitched to the tail of the yellow train, and it was all silver plated, with Episcopalian velvet easy chairs and a blue glass roof. Plus tard, M. Jack Brown est arrivé dans un wagon supplémentaire qu'ils ont attelé à la queue du train jaune, et qui était tout argenté, avec des fauteuils épiscopaux en velours et un toit en verre bleu. En el vagón especial llegaron también, revoloteando en torno al señor Brown, los solemnes abogados vestidos de negro que en otra época siguieron por todas partes al coronel Aureliano Buendía, y esto hizo pensar a la gente que los agrónomos, hidrólogos, topógrafos y agrimensores, así como Mr. Herbert con sus globos cautivos y sus mariposas de colores, y el señor Brown con su mausoleo rodante y sus feroces perros alemanes, tenían algo que ver con la guerra. Also arriving in the special car, hovering around Mr. Brown, were the solemn lawyers dressed in black who in another era followed Colonel Aureliano Buendía everywhere, and this made people think that agronomists, hydrologists, topographers, and surveyors, just as Mr. Herbert with his captive balloons and colored butterflies, and Mr. Brown with his rolling mausoleum and his ferocious German dogs, had something to do with war. Arrivaient également dans la voiture spéciale, planant autour de M. Brown, les solennels avocats vêtus de noir qui, à une autre époque, suivaient partout le colonel Aureliano Buendía, ce qui faisait penser que les agronomes, les hydrologues, les topographes et les géomètres, tout comme M. Herbert avec ses ballons captifs et ses papillons colorés, et M. Brown avec son mausolée roulant et ses féroces chiens allemands, avaient quelque chose à voir avec la guerre. No hubo, sin embargo, mucho tiempo para pensarlo, porque los suspicaces habitantes de Macondo apenas empezaban a preguntarse qué cuernos era lo que estaba pasando, cuando ya el pueblo se había transformado en un campamento de casas de madera con techos de zinc, poblado por forasteros que llegaban de medio mundo en el tren, no solo en los asientos y plataformas sino hasta en el techo de los vagones. There was not, however, much time to think about it, because the suspicious inhabitants of Macondo were just beginning to wonder what the hell was going on, when the town had already been transformed into a camp of wooden houses with zinc roofs, populated by foreigners who came from half the world on the train, not only on the seats and platforms but even on the roof of the carriages. Il n'y avait cependant pas beaucoup de temps pour y penser, car les habitants méfiants de Macondo commençaient à peine à se demander ce qui se passait, alors que la ville était déjà transformée en un camp de maisons en bois aux toits de zinc, peuplé de des étrangers venus de la moitié du monde dans le train, non seulement sur les sièges et les quais mais même sur le toit des wagons. Los gringos, que después llevaron sus mujeres lánguidas con trajes de muselina y grandes sombreros de gasa, hicieron un pueblo aparte al otro lado de la línea del tren, con calles bordeadas de palmeras, casas con ventanas de redes metálicas, mesitas blancas en las terrazas y ventiladores de aspas colgados en el cielorraso, y extensos prados azules con pavorreales y codornices. The gringos, who later brought their languid women in muslin dresses and large chiffon hats, made a separate town on the other side of the train line, with streets lined with palm trees, houses with metal mesh windows, white tables on the terraces and blade fans hanging from the ceiling, and vast blue lawns with peacocks and quail. Les gringos, qui amènent plus tard leurs femmes alanguies en robes de mousseline et grands chapeaux de gaze, font une ville à part de l'autre côté de la voie ferrée, avec des rues bordées de palmiers, des maisons aux fenêtres grillagées, des petites tables blanches sur les terrasses. et des ventilateurs à pales suspendus au plafond, et de vastes prairies bleues avec des paons et des cailles. El sector estaba cercado por una malla metálica, como un gigantesco gallinero electrificado que en los frescos meses del verano amanecía negro de golondrinas achicharradas. The sector was surrounded by a metal mesh, like a gigantic electrified chicken coop that in the cool summer months would dawn black with charred swallows. Le secteur était entouré d'un treillis métallique, comme un gigantesque poulailler électrifié qui, pendant les mois frais d'été, se réveillait noir d'hirondelles carbonisées. Nadie sabía aún qué era lo que buscaban, o si en verdad no eran más que filántropos, y ya habían ocasionado un trastorno colosal, mucho más perturbador que el de los antiguos gitanos, pero menos transitorio y comprensible. No one yet knew what they were after, or if they were really just philanthropists, and they had already caused a colossal upheaval, much more disturbing than that of the ancient gypsies, but less transitory and understandable. Personne ne savait encore ce qu'ils cherchaient, ou s'ils n'étaient vraiment que des philanthropes, et avaient déjà provoqué un bouleversement colossal, bien plus inquiétant que celui des anciens gitans, mais moins passager et compréhensible. Dotados de recursos que en otra época estuvieron reservados a la Divina Providencia, modificaron el régimen de lluvias, apresuraron el ciclo de las cosechas, y quitaron el río de donde estuvo siempre y lo pusieron con sus piedras blancas y sus corrientes heladas en el otro extremo de la población, detrás del cementerio. Endowed with resources that in other times were reserved for Divine Providence, they modified the rainfall regime, hastened the harvest cycle, and removed the river from where it had always been and placed it with its white stones and its icy currents at the other end. of the population, behind the cemetery. Dotés de ressources qui à une autre époque étaient réservées à la Divine Providence, ils ont modifié le régime des pluies, accéléré le cycle des récoltes, et retiré le fleuve d'où il avait toujours été et l'ont placé avec ses cailloux blancs et ses courants glacés à l'autre bout du fleuve. la population, derrière le cimetière. Fue en esa ocasión cuando construyeron una fortaleza de hormigón sobre la descolorida tumba de José Arcadio, para que el olor a pólvora del cadáver no contaminara las aguas. It was on that occasion that they built a concrete fortress over the discolored tomb of José Arcadio, so that the smell of gunpowder from the corpse would not contaminate the waters. C'est à cette occasion qu'ils ont construit une forteresse en béton sur la tombe décolorée de José Arcadio, afin que l'odeur de poudre à canon du cadavre ne contamine pas les eaux. Para los forasteros que llegaban sin amor, convirtieron la calle de las cariñosas matronas de Francia en un pueblo más extenso que el otro, y un miércoles de gloria llevaron un tren cargado de putas inverosímiles, hembras babilónicas adiestradas en recursos inmemoriales, y provistas de toda clase de ungüentos y dispositivos para estimular a los inermes, despabilar a los tímidos, saciar a los voraces, exaltar a los modestos, escarmentar a los múltiples y corregir a los solitarios. For the strangers who arrived without love, they turned the street of the affectionate matrons of France into a town larger than the other, and one Wednesday of glory they brought a train loaded with unlikely whores, Babylonian females trained in immemorial resources, and provided with all class of ointments and devices to stimulate the unarmed, wake up the timid, satisfy the voracious, exalt the modest, punish the multiple and correct the lonely. Pour les étrangers qui arrivaient sans amour, ils transformaient la rue des affectueuses matrones de France en une ville plus grande que l'autre, et un mercredi glorieux, ils apportaient un train de putains improbables, des babyloniennes dressées dans des ressources immémoriales, et pourvues de toutes sortes d'onguents et d'appareils pour stimuler les impuissants, réveiller les timides, assouvir les voraces, exalter les modestes, punir les nombreux et corriger les solitaires. La Calle de los Turcos, enriquecida con luminosos almacenes de ultramarinos que desplazaron los viejos bazares de colorines, bordoneaba la noche del sábado con las muchedumbres de aventureros que se atropellaban entre las mesas de suerte y azar, los mostradores de tiro al blanco, el callejón donde se adivinaba el porvenir y se interpretaban los sueños, y las mesas de fritangas y bebidas, que amanecían el domingo desparramadas por el suelo, entre cuerpos que a veces eran de borrachos felices y casi siempre de curiosos abatidos por los disparos, trompadas, navajinas y botellazos de la pelotera. The Calle de los Turcos, enriched with bright grocery stores that displaced the old colorful bazaars, buzzed on Saturday night with the crowds of adventurers who ran over between the luck and chance tables, the target shooting counters, the alley where the future was guessed and dreams were interpreted, and the tables of fritangas and drinks, which woke up on Sunday scattered on the floor, among bodies that were sometimes happy drunkards and almost always curious onlookers struck down by gunshots, blows, knives and bottles of the ball. Fue una invasión tan tumultuosa e intempestiva, que en los primeros tiempos fue imposible caminar por la calle con el estorbo de los muebles y los baúles, y el trajín de carpintería de quienes paraban sus casas en cualquier terreno pelado sin permiso de nadie, y el escándalo de las parejas que colgaban sus hamacas entre los almendros y hacían el amor bajo los toldos, a pleno día y a la vista de todo el mundo. It was such a tumultuous and untimely invasion that in the early days it was impossible to walk down the street encumbered by furniture and trunks, and the hustle and bustle of carpenters who would stop their houses on any bare land without anyone's permission, and the scandal of the couples who hung their hammocks among the almond trees and made love under the awnings, in broad daylight and in full view of everyone. C'était une invasion si tumultueuse et intempestive, qu'au début il était impossible de descendre la rue avec l'encombrement des meubles et des malles, et l'agitation de la menuiserie de ceux qui construisaient leurs maisons sur n'importe quel terrain nu sans la permission de personne, et le scandale des couples qui suspendaient leurs hamacs entre les amandiers et faisaient l'amour sous les auvents, en plein jour et à la vue du monde entier. El único rincón de serenidad fue establecido por los pacíficos negros antillanos que construyeron una calle marginal, con casas de madera sobre pilotes, en cuyos pórticos se sentaban al atardecer cantando himnos melancólicos en su farragoso papiamento. The only corner of serenity was established by the peaceful West Indian blacks who built a marginal street, with wooden houses on stilts, on whose porches they sat at sunset singing melancholy hymns in their rambling Papiamento. Le seul coin de sérénité a été établi par les paisibles Noirs antillais qui ont construit une rue marginale, avec des maisons en bois sur pilotis, sous les porches desquelles ils s'asseyaient au coucher du soleil en chantant des hymnes mélancoliques dans leur papiamento verbeux. Tantos cambios ocurrieron en tan poco tiempo, que ocho meses después de la visita de Mr. Herbert los antiguos habitantes de Macondo se levantaban temprano a conocer su propio pueblo. So many changes occurred in such a short time, that eight months after Mr. Herbert's visit, the old inhabitants of Macondo got up early to see their own town. Tant de changements se sont produits en si peu de temps, que huit mois après la visite de M. Herbert, les anciens habitants de Macondo se sont levés de bonne heure pour voir leur propre ville.

—Miren la vaina que nos hemos buscado —solía decir entonces el coronel Aureliano Buendía—, no más por invitar un gringo a comer guineo. "Sehen Sie sich die Schote an, nach der wir gesucht haben", pflegte Oberst Aureliano Buendía damals zu sagen, "nur weil sie einen Gringo eingeladen hat, Bananen zu essen." "Look at the shit we've been looking for," Colonel Aureliano Buendía used to say then, "just for inviting a gringo to eat a banana." "Regardez la gousse que nous cherchions", disait alors le colonel Aureliano Buendía, "juste pour inviter un gringo à manger des bananes".

Aureliano Segundo, en cambio, no cabía de contento con la avalancha de forasteros. Aureliano Segundo, on the other hand, was not happy with the avalanche of foreigners. Aureliano Segundo, en revanche, n'était pas content de l'avalanche d'étrangers. La casa se llenó de pronto de huéspedes desconocidos, de invencibles parranderos mundiales, y fue preciso agregar dormitorios en el patio, ensanchar el comedor y cambiar la antigua mesa por una de dieciséis puestos, con nuevas vajillas y servicios, y aun así hubo que establecer turnos para almorzar. The house was suddenly filled with unknown guests, with invincible partygoers from around the world, and it was necessary to add bedrooms in the patio, widen the dining room and change the old table for one with sixteen places, with new tableware and services, and even so, it was necessary to establish lunch shifts. La maison s'est soudain remplie d'invités inconnus, de fêtards invincibles venus du monde entier, et il a fallu ajouter des chambres dans le patio, agrandir la salle à manger, et changer l'ancienne table pour une table de seize couverts, avec de la vaisselle et des services neufs, et même ainsi, il était nécessaire d'établir des équipes de déjeuner. Fernanda tuvo que atragantarse sus escrúpulos y atender como a reyes a invitados de la más perversa condición, que embarraban con sus botas el corredor, se orinaban en el jardín, extendían sus petates en cualquier parte para hacer la siesta, y hablaban sin fijarse en susceptibilidades de damas ni remilgos de caballeros. Fernanda had to choke on her scruples and attend like kings to guests of the most perverse condition, who muddied the corridor with their boots, urinated in the garden, spread their mats anywhere to take a nap, and talked without paying attention to their susceptibilities. of ladies nor fussy gentlemen. Fernanda dut étouffer ses scrupules et s'occuper comme des rois d'invités de la condition la plus perverse, qui salissaient le couloir avec leurs bottes, urinaient dans le jardin, étendaient leurs nattes n'importe où pour faire la sieste, et parlaient sans prêter attention à leurs susceptibilités. de dames ni de messieurs difficiles. Amaranta se escandalizó de tal modo con la invasión de la plebe, que volvió a comer en la cocina como en los viejos tiempos. Amaranta was so scandalized by the invasion of the mob that she ate in the kitchen again as in the old days. El coronel Aureliano Buendía, persuadido de que la mayoría de quienes entraban a saludarlo en el taller no lo hacían por simpatía o estimación, sino por la curiosidad de conocer una reliquia histórica, un fósil de museo, optó por encerrarse con tranca y no se le volvió a ver sino en muy escasas ocasiones sentado en la puerta de la calle. Colonel Aureliano Buendía, convinced that most of those who came to greet him in the workshop did not do so out of sympathy or esteem, but rather out of curiosity to discover a historical relic, a museum fossil, chose to lock himself up and not be seen. he saw again but on very few occasions sitting in the street door. Le colonel Aureliano Buendía, convaincu que la majorité de ceux qui sont entrés dans l'atelier pour le saluer ne l'ont pas fait par sympathie ou par estime, mais plutôt par curiosité pour une relique historique, un fossile de musée, a choisi de s'enfermer et de ne pas être autorisé il a revu mais à de très rares occasions assis à la porte de la rue. Úrsula, en cambio, aún en los tiempos en que ya arrastraba los pies y caminaba tanteando en las paredes, experimentaba un alborozo pueril cuando se aproximaba la llegada del tren. Úrsula, on the other hand, even in the days when she was already dragging her feet and groping along the walls, experienced a childish joy when the arrival of the train approached. Ursula, au contraire, même du temps où elle traînait déjà des pieds et tâtonnait le long des murs, éprouvait une joie enfantine à l'approche de l'arrivée du train. «Hay que hacer carne y pescado», ordenaba a las cuatro cocineras, que se afanaban por estar a tiempo bajo la imperturbable dirección de Santa Sofía de la Piedad. "You have to make meat and fish," she ordered the four cooks, who were struggling to be on time under the imperturbable direction of Santa Sofía de la Piedad. «Hay que hacer de todo —insistía— porque nunca se sabe qué quieren comer los que vienen». "You have to do everything," he insisted, "because you never know what those who come want to eat." El tren llegaba a la hora de más calor. The train arrived at the hottest time of the day. Al almuerzo, la casa trepidaba con un alboroto de mercado, y los sudorosos comensales, que ni siquiera sabían quiénes eran sus anfitriones, irrumpían en tropel para ocupar los mejores puestos en la mesa, mientras las cocineras tropezaban entre sí con las enormes ollas de sopa, los calderos de carnes, las bangañas de legumbres, las bateas de arroz, y repartían con cucharones inagotables los toneles de limonada. At lunch the house was buzzing with a market uproar, and sweaty diners, who didn't even know who their hosts were, swarmed to take the best places at the table, while the cooks bumped into each other with the huge pots of soup. , the cauldrons of meat, the bangañas of legumes, the rice trays, and they distributed the barrels of lemonade with inexhaustible ladles. Au déjeuner, la maison était en effervescence avec un tumulte de marché, et les convives en sueur, qui ne savaient même pas qui étaient leurs hôtes, affluaient pour les meilleures places à table, tandis que les cuisiniers se bousculaient avec les énormes marmites de soupe. . , les chaudrons de viande, les bangañas de légumineuses, les barquettes de riz, et ils distribuaient les barils de limonade aux louches intarissables. Era tal el desorden, que Fernanda se exasperaba con la idea de que muchos comían dos veces, y en más de una ocasión quiso desahogarse en improperios de verdulera porque algún comensal confundido le pedía la cuenta. Die Unordnung war so groß, dass Fernanda sich darüber ärgerte, dass viele zweimal aßen, und mehr als einmal wollte sie sich als Gemüsehändlerin beleidigen lassen, weil ein verwirrter Gast sie nach der Rechnung fragte. The disorder was such that Fernanda was exasperated with the idea that many ate twice, and on more than one occasion she wanted to vent with expletives like a greengrocer because some confused diner asked her for the bill. Le désordre était tel que Fernanda s'exaspérait à l'idée que beaucoup mangeaient deux fois, et plus d'une fois elle voulut se défouler sur des insultes en tant que marchand de légumes parce qu'un convive confus lui demanda l'addition. Había pasado más de un año desde la visita de Mr. Herbert, y lo único que se sabía era que los gringos pensaban sembrar banano en la región encantada que José Arcadio Buendía y sus hombres habían atravesado buscando la ruta de los grandes inventos. Otros dos hijos del coronel Aureliano Buendía, con su cruz de ceniza en la frente, llegaron arrastrados por aquel eructo volcánico, y justificaron su determinación con una frase que tal vez explicaba las razones de todos. Two other sons of Colonel Aureliano Buendía, with their cross of ash on their foreheads, arrived swept away by that volcanic belch, and justified their determination with a phrase that perhaps explained everyone's reasons. Deux autres fils du colonel Aureliano Buendía, avec leur croix de cendre sur le front, sont arrivés entraînés par ce rot volcanique et ont justifié leur détermination par une phrase qui expliquait peut-être les raisons de chacun.