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La Ciudad de las Bestias, Capítulo 08 La expedición (3)

Capítulo 08 La expedición (3)

Arrastraron a Joel González hasta la orilla, donde quedó tendido como muerto. El profesor Leblanc se había puesto tan nervioso, que desde un lugar seguro disparaba tiros al aire, contribuyendo a la confusión y el trastorno general, hasta que Kate Cold le quitó la pistola y lo conminó a callarse. Mientras los demás habían estado luchando en el agua con la anaconda, la doctora Omayra Torres había trepado de vuelta a la lancha a buscar su maletín y ahora se encontraba de rodillas junto al hombre inconsciente con una jeringa en la mano. Actuaba en silencio y con calma, como si el ataque de una anaconda fuera un acontecimiento perfectamente normal en su vida. Inyectó adrenalina a González y una vez que estuvo segura de que respiraba, procedió a examinarlo.

—Tiene varias costillas rotas y está choqueado —dijo—. Esperemos que no tenga los pulmones agujereados por un hueso o el cuello fracturado. Hay que inmovilizarlo.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó César Santos.

—Los indios usan cortezas de árbol, barro y lianas —dijo Nadia, todavía temblando por lo que acababa de presenciar.

—Muy bien, Nadia —aprobó la doctora.

El guía impartió las instrucciones necesarias y muy pronto la doctora, ayudada por Kate y Nadia, había envuelto al herido desde las caderas hasta el cuello en trapos empapados en barro fresco, encima había puesto lonjas largas de corteza y luego lo había amarrado. Al secarse el barro, ese paquete primitivo tendría el mismo efecto de un moderno corsé ortopédico. Joel González, atontado y adolorido, no sospechaba aún lo ocurrido, pero había recuperado el conocimiento y podía articular algunas palabras.

—Debemos conducir a Joel de inmediato a Santa María de la Lluvia. Allí podrán llevarlo en el avión de Mauro Carías a un hospital —determinó la doctora.

—¡Éste es un terrible inconveniente! Tenemos solamente dos botes. No podemos mandar uno de vuelta —replicó el profesor Leblanc.

—¿Cómo? ¿Ayer usted quería disponer de un bote para escapar y ahora no quiere enviar uno con mi amigo mal herido? —preguntó Timothy Bruce haciendo un esfuerzo por mantener la calma.

—Sin atención adecuada, Joel puede morir —explicó la doctora.

—No exagere, mi buena mujer. Este hombre no está grave, sólo asustado. Con un poco de descanso se repondrá en un par de días —dijo Leblanc.

—Muy considerado de su parte, profesor —masculló Timothy Bruce, cerrando los puños.

—¡Basta, señores! Mañana tomaremos una decisión. Ya es demasiado tarde para navegar, pronto oscurecerá. Debemos acampar aquí —determinó César Santos. La doctora Omayra Torres ordenó que hicieran una fogata cerca del herido para mantenerlo seco y caliente durante la noche, que siempre era fría. Para ayudarlo a soportar el dolor le dio morfina y para prevenir infecciones comenzó a administrarle antibióticos. Mezcló unas cucharadas de agua y un poco de sal en una botella de agua y dio instrucciones a Timothy Bruce de administrar el líquido a cucharaditas a su amigo, para evitar que se deshidratara, puesto que resultaba evidente que no podría tragar alimento sólido en los próximos días. El fotógrafo inglés, quien rara vez cambiaba su expresión de caballo abúlico, estaba francamente preocupado y obedeció las órdenes con solicitud de madre. Hasta el malhumorado profesor Leblanc debió admitir para sus adentros que la presencia de la doctora era indispensable en una aventura como ésa.

Entretanto tres de los soldados y Karakawe habían arrastrado el cuerpo de la anaconda hasta la orilla. Al medirla vieron que tenía casi seis metros de largo. El profesor Leblanc insistió en ser fotografiado con la anaconda enrollada en torno a su cuerpo de tal modo que no se viera que le faltaba la cabeza. Después los soldados arrancaron la piel del reptil, que clavaron sobre un tronco para secarla; con ese método podían aumentar el largo en un veinte por ciento y los turistas pagarían buen precio por ella. No tendrían que llevarla a la ciudad, sin embargo, porque el profesor Leblanc ofreció comprarla allí mismo, una vez que estuvo seguro de que no se la darían gratis.

Kate Cold cuchicheó burlona al oído de su nieto que seguramente dentro de algunas semanas, el antropólogo exhibiría la anaconda como un trofeo en sus conferencias, contando cómo la cazó con sus propias manos. Así había ganado su fama de héroe entre estudiantes de antropología en el mundo entero, fascinados con la idea de que los homicidas tenían el doble de mujeres y tres veces más hijos que los hombres pacíficos. La teoría de Leblanc sobre la ventaja del macho dominante, capaz de cometer cualquier brutalidad para transmitir sus genes, atraía mucho a esos aburridos estudiantes condenados a vivir domesticados en plena civilización.

Los soldados buscaron en la laguna la cabeza de la anaconda, pero no pudieron hallarla, se había hundido en el lodo del fondo o la había arrastrado la corriente. No se atrevieron a escarbar demasiado, porque se decía que esos reptiles siempre andan en pareja y ninguno estaba dispuesto a toparse con otro de aquellos ejemplares. La doctora Omayra Torres explicó que indios y caboclos por igual atribuían a las serpientes poderes curativos y proféticos. Las disecaban, las molían y usaban el polvo para tratar tuberculosis, calvicie y enfermedades de los huesos, también como ayuda para interpretar sueños. La cabeza de una de ese tamaño sería muy apreciada, aseguró, era una lástima que se hubiera perdido.

Los hombres cortaron la carne del reptil, la salaron y procedieron a asarla ensartada en palos. Alex, quien hasta entonces se había negado a probar pirarucú, oso hormiguero, tucán, mono o tapir, sintió una súbita curiosidad por saber cómo era la carne de aquella enorme serpiente de agua. Tuvo en consideración, sobre todo, cuánto aumentaría su prestigio ante Cecilia Burns y sus amigos en California cuando supieran que había cenado anaconda en medio de la selva amazónica. Posó frente a la piel de la serpiente, con un pedazo de su carne en la mano, exigiendo que su abuela dejara testimonio fotográfico. El animal, bastante carbonizado porque ninguno de los expedicionarios era buen cocinero, resultó tener la textura del atún y un vago sabor de pollo. Comparado con el venado, era desabrido, pero Alex decidió que en todo caso era preferible a los gomosos panqueques que preparaba su padre. El súbito recuerdo de su familia lo golpeó como una bofetada. Se quedó con el trozo de anaconda ensartado en el palillo mirando la noche, pensativo.

—¿Qué ves? —le preguntó Nadia en un susurro.

—Veo a mi mamá —respondió el chico y un sollozo se le escapó de los labios.

—¿Cómo está?

—Enferma, muy enferma —respondió él.

—La tuya está enferma del cuerpo, la mía está enferma del alma.

—¿Puedes verla? —inquirió Alex.

—A veces —dijo ella.

—Esta es la primera vez que puedo ver a alguien de esta manera —explicó Alex—. Tuve una sensación muy extraña, como si viera a mi mamá con toda claridad en una pantalla, sin poder tocarla o hablarle.

—Todo es cuestión de práctica, Jaguar. Se puede aprender a ver con el corazón. Los chamanes como Walimaí también pueden tocar y hablar desde lejos, con el corazón —dijo Nadia.

Capítulo 08 La expedición (3) Kapitel 08 Die Expedition (3) Chapter 08 The Expedition (3) Chapitre 08 L'expédition (3) Capitolo 08 La spedizione (3) 第8章 遠征 (3) 제8장 원정대(3) Capítulo 08 A expedição (3) Глава 08 Экспедиция (3)

Arrastraron a Joel González hasta la orilla, donde quedó tendido como muerto. They dragged Joel Gonzalez to the shore, where he lay there as if dead. Ils ont traîné Joel Gonzalez jusqu'au rivage, où il est resté étendu comme s'il était mort. El profesor Leblanc se había puesto tan nervioso, que desde un lugar seguro disparaba tiros al aire, contribuyendo a la confusión y el trastorno general, hasta que Kate Cold le quitó la pistola y lo conminó a callarse. Professor Leblanc had become so nervous, that from a safe place he was firing shots into the air, contributing to the general confusion and disorder, until Kate Cold took the pistol from him and admonished him to be quiet. Le professeur Leblanc était devenu si nerveux que, depuis un endroit sûr, il tirait des coups de feu en l'air, contribuant à la confusion et au désordre général, jusqu'à ce que Kate Cold lui prenne l'arme et lui ordonne de se taire. Mientras los demás habían estado luchando en el agua con la anaconda, la doctora Omayra Torres había trepado de vuelta a la lancha a buscar su maletín y ahora se encontraba de rodillas junto al hombre inconsciente con una jeringa en la mano. While the others had been struggling in the water with the anaconda, Dr. Omayra Torres had climbed back into the boat to get her briefcase and was now kneeling next to the unconscious man with a syringe in her hand. Pendant que les autres se débattaient dans l'eau avec l'anaconda, le Dr Omayra Torres était remontée dans le bateau pour prendre son sac et était maintenant agenouillée à côté de l'homme inconscient, une seringue à la main. Actuaba en silencio y con calma, como si el ataque de una anaconda fuera un acontecimiento perfectamente normal en su vida. Il a agi calmement et posément, comme si l'attaque d'un anaconda était un événement parfaitement normal dans sa vie. Inyectó adrenalina a González y una vez que estuvo segura de que respiraba, procedió a examinarlo.

—Tiene varias costillas rotas y está choqueado —dijo—. Esperemos que no tenga los pulmones agujereados por un hueso o el cuello fracturado. Espérons qu'il n'a pas d'os dans les poumons ou de fracture du cou. Hay que inmovilizarlo.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó César Santos.

—Los indios usan cortezas de árbol, barro y lianas —dijo Nadia, todavía temblando por lo que acababa de presenciar. -Les Indiens utilisent de l'écorce d'arbre, de la boue et des lianes", explique Nadia, encore tremblante de ce qu'elle vient de voir.

—Muy bien, Nadia —aprobó la doctora.

El guía impartió las instrucciones necesarias y muy pronto la doctora, ayudada por Kate y Nadia, había envuelto al herido desde las caderas hasta el cuello en trapos empapados en barro fresco, encima había puesto lonjas largas de corteza y luego lo había amarrado. The guide gave the necessary instructions and very soon the doctor, helped by Kate and Nadia, had wrapped the injured man from the hips to the neck in rags soaked in fresh mud, placed long slices of bark on top and then tied him. Le guide donne les instructions nécessaires et bientôt le médecin, aidé de Kate et Nadia, enveloppe le blessé des hanches au cou dans des chiffons imbibés de boue fraîche, place de longues tranches d'écorce par-dessus et l'attache. Al secarse el barro, ese paquete primitivo tendría el mismo efecto de un moderno corsé ortopédico. Joel González, atontado y adolorido, no sospechaba aún lo ocurrido, pero había recuperado el conocimiento y podía articular algunas palabras. Joel González, hébété et souffrant, n'a toujours aucune idée de ce qui s'est passé, mais il a repris conscience et peut articuler quelques mots.

—Debemos conducir a Joel de inmediato a Santa María de la Lluvia. Allí podrán llevarlo en el avión de Mauro Carías a un hospital —determinó la doctora.

—¡Éste es un terrible inconveniente! Tenemos solamente dos botes. No podemos mandar uno de vuelta —replicó el profesor Leblanc.

—¿Cómo? ¿Ayer usted quería disponer de un bote para escapar y ahora no quiere enviar uno con mi amigo mal herido? —preguntó Timothy Bruce haciendo un esfuerzo por mantener la calma.

—Sin atención adecuada, Joel puede morir —explicó la doctora.

—No exagere, mi buena mujer. Este hombre no está grave, sólo asustado. Con un poco de descanso se repondrá en un par de días —dijo Leblanc.

—Muy considerado de su parte, profesor —masculló Timothy Bruce, cerrando los puños. -Très attentionné de votre part, professeur", marmonne Timothy Bruce en serrant les poings.

—¡Basta, señores! Mañana tomaremos una decisión. Ya es demasiado tarde para navegar, pronto oscurecerá. Debemos acampar aquí —determinó César Santos. La doctora Omayra Torres ordenó que hicieran una fogata cerca del herido para mantenerlo seco y caliente durante la noche, que siempre era fría. Para ayudarlo a soportar el dolor le dio morfina y para prevenir infecciones comenzó a administrarle antibióticos. Mezcló unas cucharadas de agua y un poco de sal en una botella de agua y dio instrucciones a Timothy Bruce de administrar el líquido a cucharaditas a su amigo, para evitar que se deshidratara, puesto que resultaba evidente que no podría tragar alimento sólido en los próximos días. El fotógrafo inglés, quien rara vez cambiaba su expresión de caballo abúlico, estaba francamente preocupado y obedeció las órdenes con solicitud de madre. Le photographe anglais, qui changeait rarement son expression de celle d'un cheval effarouché, était franchement inquiet et obéissait aux ordres avec une sollicitude maternelle. Hasta el malhumorado profesor Leblanc debió admitir para sus adentros que la presencia de la doctora era indispensable en una aventura como ésa. Même le grincheux professeur Leblanc doit s'avouer que la présence du médecin est indispensable dans une telle aventure.

Entretanto tres de los soldados y Karakawe habían arrastrado el cuerpo de la anaconda hasta la orilla. Al medirla vieron que tenía casi seis metros de largo. Lorsqu'ils l'ont mesuré, ils ont constaté qu'il mesurait près de six mètres de long. El profesor Leblanc insistió en ser fotografiado con la anaconda enrollada en torno a su cuerpo de tal modo que no se viera que le faltaba la cabeza. Después los soldados arrancaron la piel del reptil, que clavaron sobre un tronco para secarla; con ese método podían aumentar el largo en un veinte por ciento y los turistas pagarían buen precio por ella. Les soldats arrachaient ensuite la peau du reptile, qu'ils clouaient sur un rondin pour la faire sécher. Cette méthode leur permettait d'augmenter la longueur du reptile de vingt pour cent et les touristes le payaient cher. No tendrían que llevarla a la ciudad, sin embargo, porque el profesor Leblanc ofreció comprarla allí mismo, una vez que estuvo seguro de que no se la darían gratis. Ils n'auront pas à l'emmener à la ville, car le professeur Leblanc a proposé de l'acheter sur place, une fois qu'il sera sûr qu'ils ne l'obtiendront pas gratuitement.

Kate Cold cuchicheó burlona al oído de su nieto que seguramente dentro de algunas semanas, el antropólogo exhibiría la anaconda como un trofeo en sus conferencias, contando cómo la cazó con sus propias manos. Kate Cold a chuchoté à l'oreille de son petit-fils, sur un ton moqueur, que dans quelques semaines, l'anthropologue exhiberait certainement l'anaconda comme trophée dans ses conférences, racontant comment il l'avait chassé à mains nues. Así había ganado su fama de héroe entre estudiantes de antropología en el mundo entero, fascinados con la idea de que los homicidas tenían el doble de mujeres y tres veces más hijos que los hombres pacíficos. Il avait ainsi gagné sa réputation de héros auprès des étudiants en anthropologie du monde entier, fascinés par l'idée que les meurtriers avaient deux fois plus de femmes et trois fois plus d'enfants que les hommes pacifiques. La teoría de Leblanc sobre la ventaja del macho dominante, capaz de cometer cualquier brutalidad para transmitir sus genes, atraía mucho a esos aburridos estudiantes condenados a vivir domesticados en plena civilización. La théorie de Leblanc sur l'avantage du mâle dominant, capable de toutes les brutalités pour transmettre ses gènes, plaisait beaucoup à ces étudiants ennuyeux condamnés à vivre une vie domestiquée au milieu de la civilisation.

Los soldados buscaron en la laguna la cabeza de la anaconda, pero no pudieron hallarla, se había hundido en el lodo del fondo o la había arrastrado la corriente. The soldiers searched the lagoon for the head of the anaconda, but could not find it; it had either sunk to the mud at the bottom or had been swept away by the current. Les soldats ont cherché la tête de l'anaconda dans la lagune, mais ne l'ont pas trouvée ; elle s'était enfoncée dans la boue au fond ou avait été emportée par le courant. No se atrevieron a escarbar demasiado, porque se decía que esos reptiles siempre andan en pareja y ninguno estaba dispuesto a toparse con otro de aquellos ejemplares. Ils n'ont pas osé creuser trop profondément, car on dit que ces reptiles vivent toujours en couple et personne ne voulait tomber sur un autre de ces spécimens. La doctora Omayra Torres explicó que indios y caboclos por igual atribuían a las serpientes poderes curativos y proféticos. Las disecaban, las molían y usaban el polvo para tratar tuberculosis, calvicie y enfermedades de los huesos, también como ayuda para interpretar sueños. Ils étaient disséqués, broyés et leur poudre était utilisée pour traiter la tuberculose, la calvitie et les maladies osseuses, ainsi que pour aider à interpréter les rêves. La cabeza de una de ese tamaño sería muy apreciada, aseguró, era una lástima que se hubiera perdido. The head of one of that size would be highly prized, he assured, it was a pity it had been lost.

Los hombres cortaron la carne del reptil, la salaron y procedieron a asarla ensartada en palos. Les hommes ont découpé la viande de reptile, l'ont salée et l'ont rôtie sur des bâtons. Alex, quien hasta entonces se había negado a probar pirarucú, oso hormiguero, tucán, mono o tapir, sintió una súbita curiosidad por saber cómo era la carne de aquella enorme serpiente de agua. Alex, qui avait jusque-là refusé de goûter au pirarucu, au tamanoir, au toucan, au singe ou au tapir, était soudain curieux de savoir à quoi ressemblait la chair de cet énorme serpent d'eau. Tuvo en consideración, sobre todo, cuánto aumentaría su prestigio ante Cecilia Burns y sus amigos en California cuando supieran que había cenado anaconda en medio de la selva amazónica. Posó frente a la piel de la serpiente, con un pedazo de su carne en la mano, exigiendo que su abuela dejara testimonio fotográfico. Il a posé devant la peau du serpent, tenant un morceau de sa chair dans la main, exigeant de sa grand-mère qu'elle laisse des preuves photographiques. El animal, bastante carbonizado porque ninguno de los expedicionarios era buen cocinero, resultó tener la textura del atún y un vago sabor de pollo. L'animal, plutôt carbonisé car aucun des membres de l'expédition n'était bon cuisinier, s'est avéré avoir la texture du thon et un vague goût de poulet. Comparado con el venado, era desabrido, pero Alex decidió que en todo caso era preferible a los gomosos panqueques que preparaba su padre. Comparée à la venaison, elle était insipide, mais Alex a décidé qu'elle était préférable aux crêpes caoutchouteuses que faisait son père. El súbito recuerdo de su familia lo golpeó como una bofetada. Le souvenir soudain de sa famille le frappe comme une gifle. Se quedó con el trozo de anaconda ensartado en el palillo mirando la noche, pensativo. He stood with the piece of anaconda skewered on the toothpick gazing into the night, pensive. Il est resté debout, le morceau d'anaconda sur le cure-dent, regardant la nuit, pensif.

—¿Qué ves? —le preguntó Nadia en un susurro.

—Veo a mi mamá —respondió el chico y un sollozo se le escapó de los labios. -Je vois ma mère", répond le garçon et un sanglot s'échappe de ses lèvres.

—¿Cómo está?

—Enferma, muy enferma —respondió él.

—La tuya está enferma del cuerpo, la mía está enferma del alma.

—¿Puedes verla? —inquirió Alex.

—A veces —dijo ella.

—Esta es la primera vez que puedo ver a alguien de esta manera —explicó Alex—. -This is the first time I've been able to see someone like this," Alex explained. Tuve una sensación muy extraña, como si viera a mi mamá con toda claridad en una pantalla, sin poder tocarla o hablarle.

—Todo es cuestión de práctica, Jaguar. Se puede aprender a ver con el corazón. Los chamanes como Walimaí también pueden tocar y hablar desde lejos, con el corazón —dijo Nadia. Les chamans comme Walimaí peuvent aussi toucher et parler à distance, avec leur cœur", explique Nadia.