A mi aire 201: La voz y el envejecimiento (29 de mayo, 2017)
Bienvenidos a “A mi aire” hoy, 29 de mayo. Primavera es época de alergias y resfriados, es una estación muy inestable que nos engaña [1]. Si sale el sol hace calor, pero en cuanto se va, necesitas un jersey. Mi madre dice que la primavera se acuerda del invierno, y que por eso es así de rara. Me gusta mucho esa idea. Bueno, pues ahora en primavera perdí la voz, la perdí durante 10 días y os voy a contar su historia. Después os hablaré del envejecimiento [2], un tema actual para mí.
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Perdí la voz como quien pierde un zapato, sin darme cuenta [3]. Ahora en primavera el tiempo está loco, un día hace calor, otro nieva. A finales de abril hice una excursión en el cantón de Glarus.Queríamos subir con el telecabina hasta el Garichtisee y de ahí caminar hasta el refugio de Legler.Esta excursión la he hecho con raquetas de nieve y tenía ganas de repetirla [4] a pie. Así que, nos fuimos para allá y al llegar vimos que el funicular no funcionaba hasta mayo. Tuvimos que cambiar de planes. La ruta sería otra. - Pues subimos a pie hasta arriba, hasta el lago- propuso David. Yo dije que sí, que también sería bonito. Y efectivamente lo fue, pero… ayayay. El camino tenía muchísima nieve.Por allí no había nadie, ninguna huella [5] que marcara la ruta, nada. David siguió su instinto y empezó a caminar por aquella nieve virgen. Cada paso era una proeza [6]. Él se hundía [7] hasta la rodilla, yo… ¡imaginaros!, mucho más. Estaba tan concentrada en seguir los pasos de mi amigo y poner los pies donde él los había puesto, que perdí la voz. Se me escapó [8] sin darme cuenta. Lo prometo. El paisaje era precioso, se veía el valle del Glarus limpio, el cielo estaba azul, el sol nos calentaba y se respiraba tranquilidad, calma. Mi voz eligió aquel lugar para quedarse. Mi voz estaba cansada del estrés, de las discusiones, necesitaba paz.
Me di cuenta de que había perdido la voz al llegar al coche. Me tomé un café con David en silencio,volvimos cada uno a nuestra casa en silencio. No podía hablar, era una extraña sensación. Me enrollé [9] el pañuelo al cuello.
Al día siguiente me levanté como siempre, sin pensar en la voz. Pero al llegar al trabajo no fui capaz [10] de pronunciar ni una palabra. La garganta me dolía si la forzaba para hablar. Así que me callé. El vivir sola tiene sus ventajas, no hablas con nadie ni por la mañana ni por la noche.
Mi voz no volvía. Tuve miedo. ¿Y si de verdad no vuelve? ¿qué hago si no puedo hablar más? El pensar esto me horrorizaba. No estaba resfriada ni mal. - Quizás tenga usted alergia a algo -, me dijo el médico. - No sé a qué, pero algún tipo de alergia porque estamos en primavera -. Vaya explicación, pensé. Naturalmente no sirvió de nada aquel antihistamínico que me recetó.
Encontré mi voz en Jura. Curioso, ¿verdad?Sí, la encontré en el cantón de Jura diez días después. Mi voz estaba triste, no tenía fuerzas para seguir hablando, pero volvió a mí. Mi voz no tenía más ganas de estrés,de discusiones inútiles. En las montañas encontró la paz y cuando yo la encontré, la respeté como nunca lo había hecho.Agradecí su vuelta en el alma. Por eso la respeté de verdad. Dejaba salir a la voz sin forzarla. Hablaba lo mínimo. La paseé un poquito más por el Jura antes de volver a Zúrich. Mi voz y yo hicimos un trato [11]: No gritos, no discusiones fuertes, no estreses innecesarios.La voy a cuidar, amigos. La voz es un tesoro que no quiero volver a perder. De momento funciona y no me ha vuelto a abandonar [12].
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Perdí y recuperé la voz como os acabo de contar, pero hay algo más. Algo muy triste influyó también en su pérdida: mi abuela. Se murió mi abuela y la tristeza también se refleja en la voz. Mi abuela tenía 95 años, tuvo una vida muy llena y alegre; su final fue, sin embargo, triste, difícil, largo… ¿Sabéis cuánto cuesta [13] morirse? Yo no lo sabía. Ahora lo sé. El cuerpo dice que ya no puede más, pero no deja este mundo tan fácilmente. Un poco de fruta puede mantenerte todavía dos días con vida, un sobo [14] de agua alargarte las horas. Solo cuando ella decidió que ya no quería comer más, el cuerpo descansó y mi abuela dejó de respirar, así, suavemente.
Mientras mi abuela nos dejaba, la bióloga Vera Gorbunova daba una charla en Madrid sobre el secreto de la eterna juventud. Ella y su equipo están buscando en Estados Unidos el secreto para vivir más. Los científicos estudian ratas, ratones y ratopines rasurados [15] para vivir más.
Gran idiotez [16], a mi parecer. ¿No vivimos cada vez más? ¿no han llegado los hermanos Kahn a los 110, 109, 103 y 101 años en su casa de Estados Unidos? Hoy en día se vive mucho más que antes, yo no quiero vivir más de lo que me tiene preparado el destino, sobre todo después de haber visto el final de mi abuela.
Sin embargo, en su centro de investigación la científica sigue buscando la fuente de la juventud. Sabe que es un tema delicado, sabe que hay muchas personas que por razones religiosas creen que está mal que la gente viva más años. Gorbunova dice en una entrevista a El País que su objetivo es que la gente tenga más salud y que si tiene más salud vivirá más. Los ratopines rasurados son de la familia del ratón, pero viven 10 años más. Por eso enfoca [17] su investigación hacia ellos. Está convencida de que encontrará el secreto de la juventud.
Hablando de este tema me viene a la cabeza la película de Meryl Streep y Bruce Willis: “La muerte os sienta tan bien”. Es una comedia fantástica, una crítica brutal a la eterna juventud que en el 1992ganó un premio a los mejores efectos visuales. Siempre me acordaré de las dos damas, que después de beber la porción de la eterna juventud, ven pasar la vida de sus amigos, de su gente. Ellas cada vez están peor, cada vez están peor por dentro, pero igual de bien por fuera. Me acuerdo de cuando Meryl Streep se cae por las escaleras y se le da la vuelta la cabeza, no se muere, no puede, es inmortal, pero la cabeza le queda al revés. Es todo tan absurdo. Es una buena comedia.
La bióloga rusa me recuerda al personaje de Bruce Willis, él es el que descubre la porción de la eterna juventud en la película. Yo no quiero la porción mágica de Gorbunova, si la descubre. Uy no,prefiero ser mortal, como mi abuela, y despedirme cuando me tenga que despedir de este mundo. ¿Y vosotros? ¿qué pensáis sobre este tema?
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Bueno, amigos, ya me despido. Os espero el 9 de junio en podclub.ch o vía app. Ese día os hablaré de buceo y os contaré la historia de un rescate en la costa de Mallorca. Mientras tanto podéis aprender las palabras nuevas de este podcast con el entrenador de vocabulario que encontráis en nuestra aplicación. También podéis ver fotos en Instagram con #amiaire y #podclubalicia. Cuidaros, ¡y que os vaya muy bien!