124 - Un bebé elefante
Un bebé elefante
NARRADORA
En un rincón de la selva africana
vivía una manada de elefantes.
Eran grandes,
fuertes y hermosos.
Como en todas las manadas,
los elefantes eran grises,
de un mismo tono de gris.
NARRADORA
En la manada,
una mamá elefanta y un papá elefante
esperaban el nacimiento de su bebé.
NARRADORA
El día esperado por fin llegó...
NARRADORA
Pero...
ELEFANTE
¡Qué terrible!
Nuestro bebé es morado.
¿Qué vamos a hacer?
¿Cómo lo presentaremos
al jefe de la manada?
ELEFANTA
Es imposible.
¿Cómo he podido tener
un elefantito morado?
Tenemos que encontrar
una solución rápidamente.
NARRADORA
Mientras papá elefante y mamá elefanta
retorcían sus trompas,
el bebé elefante reía
por las cosquillas
que hacía la hierba
en su morada pancita.
Pasó un día, dos...
pasaron varios días.
Mamá y papá daban mil excusas
para no presentar su bebé en público.
Al fin, encontraron una solución.
NARRADORA
En una aldea cercana,
los humanos guardaban
varias latas de pintura.
Al caer la noche,
papá elefante se acercó
con cuidado
para no ser descubierto.
ELEFANTE
Tengo que encontrar pintura gris.
NARRADORA
Dicho y hecho,
encontró la pintura que buscaba.
NARRADORA
Con los primeros rayos de sol,
brocha en trompa,
papá y mamá pintaron
todo el cuerpecito del bebé
de color gris.
ELEFANTA
Ya está bien así,
ha quedado perfecto.
ELEFANTE
Por supuesto que no,
hay que dar otra mano de pintura
en el lomo.
NARRADORA
Cuando el elefantito
quedó perfectamente gris,
lo presentaron ante la manada.
VOCES
“Qué bebé tan hermoso”,
“Tiene el mismo color de su padre”,
“Pero la trompita es de la madre, sin duda”,
“A mí me parece que el lomo le ha salido muy oscuro”,
“Pero es gris, no cabe duda que es de nuestra manada”.
NARRADORA
Así creció el bebé elefante,
hasta que estuvo listo
para jugar con otros elefantitos
sin la supervisión de mamá y papá.
ELEFANTA
¿Y ahora qué hacemos?
¿Y si se destiñe?
ELEFANTE
Déjame eso a mí.
¡Hijo! ¡Ven aquí!
¡Tu madre y yo tenemos
que hablar muy seriamente contigo!
ELEFANTITO
Dime, papá.
ELEFANTE
Ya eres grande...
ELEFANTITO
Sí, ya mi trompa alcanza los árboles...
ELEFANTA
No interrumpas a tu padre cuando habla.
ELEFANTE
Todavía eres pequeño,
pero ya es tiempo
que vayas a jugar por la selva
con otros elefantitos.
Puedes ir a todas partes
y aprender todos los juegos.
Pero una cosa está prohibida totalmente...
ELEFANTA
Absolutamente prohibida.
ELEFANTE
En el río no, nunca, jamás,
te puedes meter.
Los buenos elefantitos
nunca entran en el río.
ELEFANTITO
Está bien, papá.
ELEFANTA
A ver, dime:
¿qué ha dicho tu padre?
ELEFANTITO
Que los buenos elefantitos
nunca entran en el río.
NARRADORA
Y allá se fue el elefantito.
Estaba feliz de ser grande
para pasear por la selva.
Feliz de alcanzar con su trompa
las primeras ramas de los árboles.
ELEFANTITO
¡Qué bueno! ¡Ya soy grande!
Voy a jugar con mis amiguitos.
NARRADORA
Pero los elefantitos son juguetones
y las elefantitas traviesas.
Se pusieron a correr entre los árboles.
Retozaron, brincaron,
rodaron colina abajo
y cayeron ruidosamente... al río.
NARRADORA
Nadaba feliz bajo el agua
el elefantito
cuando se dio cuenta
de lo que acababa de hacer.
ELEFANTITO
Me he metido en el río.
Mi papá... mi papá...
ELEFANTE REVER
Los buenos elefantitos
nunca entran en el río.
NARRADORA
El elefantito, temeroso,
se quedó escondido
bajo el agua.
De vez en cuando
sacaba su trompita,
pero el tiempo pasó
y llegó la hora
de regresar a casa.
Tenía que salir del río.
Asomó sus ojitos asustados...
“¿Tu cabeza es azul?”,
“Tu trompa es amarilla, ¡qué linda!”,
“Y tu oreja es verde”,
“Mira, tienes la patita roja”,
“¡Y tú eres morado!”.
NARRADORA
Aquella mañana,
los elefantitos y elefantitas
descubrieron que
eran una manada de tantos colores,
que nadie los podría contar.