¿Cuál es el problema con Uber?
Aquí tenemos al taxi,
mejor conocido en los rincones de las leyes colombianas
como el servicio público de transporte terrestre automotor individual de pasajeros.
Y por si no lo conocías,
te presentamos a Uber
un servicio vestido de blanco y bien parecido
que está siendo acusado de romper las reglas del juego.
¿Por qué?
La respuesta es enredada,
pero nos muestra cómo las regulaciones del Estado,
aunque necesarias
pueden poner las cosas patas arriba
y afectar la calidad del servicio de transporte que reciben los ciudadanos.
Los taxis y Uber ofrecen un servicio similar aunque a distintos mercados:
ambos recogen personas para llevarlas desde donde están hasta el lugar que ellas quieran.
O por lo menos, esto es lo que se espera.
Uber es más caro y no todos lo usan,
pero los taxistas están perdiendo parte del trabajo que antes tenían.
La cuestión es que éste, no es un contexto de competencia como cualquier otro;
el mundo de los taxis está lleno de regulaciones
y en la medida en que Uber se ha saltado esas regulaciones,
se dice que es un tipo de competencia injusta.
¿Tiene ese argumento?
Ya veremos,
pero podemos anticipar que lo realmente injusto es el modelo de negocio de los taxis;
es injusto con los taxistas.
Para divagar por las calles en busca de pasajeros,
lo primero que un taxista necesita es el carro.
Pero, para tener un carro amarillo,
se necesita un cupo.
Este cupo es el derecho que adquiere un vehículo a prestar el servicio de taxi
y cuesta:
90,
100
o más millones de pesos.
O sea que
sumando el cupo y el carro,
la inversión para entrar al negocio de los taxis puede llegar a ser enorme.
Este tipo de inversiones muy pocas veces pueden hacerlas los conductores mismos
se dice que sólo el 10% de ellos son a la vez propietarios
así que la mayoría le maneja el carro a otro que sí puede hacer la inversión.
Además de esto,
se debe pagar la afiliación a una empresa de taxis,
rodamiento
una mensualidad por servicios de radioteléfono
mantenimiento, etc.
Y ¿cómo gana el conductor?
En este negocio no hay salario.
En muchos casos,
la persona tras el volante debe pagar diariamente una cantidad definida al propietario
más un ahorro obligatorio por si daña el carro
pagar la tanqueada,
eventuales pinchadas,
Internet y la lavada, entre otras cosas.
De ahí, lo que le sobre, es su sueldo.
Por esta razón muchos conductores ni siquiera están afiliados a una EPS
ni hacen sus aportes a pensión.
Aun así, con estos
y tal vez otros gastos
es que el taxista llega a la calle a hacer su trabajo.
Ahora, pasemos a Uber
Realmente, Uber es una plataforma digital que conecta a pasajeros con conductores.
Tanto los unos
como los otros deben inscribirse en esta plataforma;
los pasajeros, con su tarjeta de crédito,
pues por este medio se le harán los cobros,
y los conductores, con su vehículo.
Uber, la empresa tecnológica,
se encarga de revisar que el conductor y el carro
estén en buenas condiciones para prestar el servicio.
Por su trabajo de intermediario toma el 20% de los pagos que hacen los pasajeros
Acá en Colombia,
Uber se conoce principalmente por los carros blancos de servicio especial
Estos carros han sido el centro de atención porque,
según el Decreto 174 de 2001
los vehículos de transporte especial
no están autorizados para prestar el servicio de transporte individual de pasajeros,
sino que deben trabajar con
turismo,
empresas,
colegios
y también con particulares
pero en unas condiciones especiales que enredan la discusión.
Por esto se determinó que en Colombia,
los carros de Uber están prestando un servicio ilegal.
Pero, lo que está de fondo es una discusión sobre competencia injusta en el marco de las regulaciones.
Es más costoso trabajar como taxista que trabajar para Uber.
Primero
porque un carro de servicio especial
no tiene que pagar el costosísimo cupo
sino que su inversión
entre carro y demás gastos
está por los 40 millones
Y segundo
porque las tarifas que cobran los taxis están reguladas por el Estado
mientras que las de uber
no.
O sea que Uber tiene la posibilidad de cobrar más caro.
Parece injusto, entonces
que por una inversión muchísimo menor se perciban ganancias muchísimo mayores.
O por lo menos,
así parece desde el punto de vista de los taxistas.
Desde el punto de vista de los usuarios
y son ellos los que pagan por el servicio
esta discusión parece absurda porque ellos quieren un servicio mejor,
aunque sea más caro.
Entonces, sí, es ilegal
pero ¿por qué existen esas regulaciones en un principio?
Se supone que las regulaciones del Estado
buscan el bienestar de la Nación
y de sus ciudadanos.
Que alguien pueda andar por la calle recogiendo a cualquier persona en su carro a cambio de dinero
es un servicio necesario pero también es un peligro.
El conductor o el pasajero podrían atentar uno contra el otro.
Pero además de la inseguridad
muchos carros en circulación son un problema
porque congestionan y desgastan las vías
lo que tiene varias consecuencias negativas para todos
Finalmente
y tal vez este es un comentario más para economistas
las leyes de oferta y demanda no funcionan del todo en este contexto
porque los pasajeros no están en posición de comparar precios.
Por todo esto
es normal que el Estado se preocupe por regular el servicio de los taxis
Sin embargo
¿qué tan efectivas son estas regulaciones?
El servicio de los taxis es relativamente seguro y relativamente confiable
pero no podemos negar que existen
los paseos millonarios
taxis piratas
robos a conductores
carros en malas condiciones
cobros ilegales de tarifa
taxistas que conducen como locos
o que se niegan a hacer determinadas carreras
vías congestionadas
y un
largo etcétera
Nada justifica estas cosas
pero tal vez no debería sorprendernos tanto que ocurran
porque hay una relación entre las regulaciones del Estado
las condiciones de trabajo de los taxistas
y el servicio que reciben los usuarios.
El Estado, pensando en evitar la congestión
dio un número limitado de permisos para que los taxis operaran en la ciudad.
Estos son los famosos cupos.
Y esos cupos
por razones que no son del todo claras
se compran y se venden entre particulares.
Mejor dicho
está a la venta el derecho de ofrecer un servicio público.
Los precios de los cupos son altos
porque son un bien escaso
y esos costos repercuten en la calidad del servicio.
Para los dueños del taxi
que deben recuperar la inversión en el cupo
el negocio está en cobrarle una renta al taxista
y obviamente
la renta es alta porque el cupo es caro.
A su vez
el taxista debe hacer todo lo posible
por conseguir ese dinero
y algo más para él.
Pues bien
ese
“todo lo posible”
es la razón principal de que haya tantos problemas con el servicio.
Entonces, aparece Uber
Los taxistas argumentan que es competencia injusta
porque los conductores de Uber no viven espichados
entre los costos del negocio
y la tarifa que impone el Estado.
Pero eso no tiene nada que ver con Uber;
el verdadero problema es que trabajar como taxista es injusto
independientemente de si existe Uber o no.
Y lo que es todavía más curioso,
Uber, junto con muchas otras aplicaciones,
le está mostrando al mundo
que existen soluciones tecnológicas
que pueden ser más efectivas que las regulaciones que hemos usado hasta ahora,
anto para el control y la calidad del servicio
como para la protección de pasajeros y conductores.
Por el lado de la seguridad,
Uber hace un riguroso proceso de selección de los conductores y de los vehículos.
Y, lo que es más importante,
Uber registra todas las interacciones que ocurren dentro del sistema.
Se sabe quién pidió un carro,
en dónde está el carro,
quién es el conductor
y además usuarios y conductores se califican entre sí.
Se han presentado algunas quejas sobre el servicio de Uber,
obvio
pero lo interesante es que el sistema aprende de estos errores.
Uber tiene un límite de quejas que puede recibir un conductor o un pasajero.
Después de pasar el límite,
los infractores son expulsados de la plataforma.
En cuanto al uso de la infraestructura del Estado,
es increíblemente fácil cobrarle impuestos a Uber.
Y, finalmente,
por el lado de los precios,
Uber tiene un sistema de pagos automático que evita triquiñuelas con la tarifa
El punto es que,
en lugar de preocuparnos por regular a Uber bajo ideas anticuadas,
tal vez deberíamos pensar en las oportunidades que ofrece la tecnología digital
y aprovechar este debate para hacerle frente a los problemas que hemos vivido desde hace mucho tiempo:
los problemas logísticos que tienen los reguladores,
las condiciones adversas que enfrentan los taxistas
y el mal servicio que sufren los usuarios.