Episodio 86 - Las Groserias Mexicanas con Mextalki (2)
Jim: Ok. Pues estamos aquí para hablar sobre el español mexicano y las palabrotas mexicanas. ¿Cómo es diferente la lengua español en la Ciudad de México con el resto de México?
Efraín: ¡Ay, bueno! Ahí sí me la complicaste con “la Ciudad de México con el resto del país”. Pero yo te puedo decir que al menos con el español mexicano a veces puedes hablar un poquito otro idioma. Algo así como a veces le digo a Diego: “Vamos a parlar así para que no nos agarren la onda y podamos echar el cotorreo a gusto”. Y con esa frase todos los gringos bailan.
Jim: Jajaja.
Efraín: O sea, ya nadie… nadie entendió qué dije, nadie puede decir: “Oye, ¿eso eso malo?, ¿eso es bueno?” No, no, no. Puedo hablar con Diego y así le puedo decir en clave quién me gusta, quién no, qué no me gustó.
Diego: ¡Exacto! De hecho, es lo que dijiste ahorita, ¿no? O sea, es lo que acabas de mencionar.
Diego: ¡Sí! Y también tenemos algunas palabras que son más de español mexicano. Una muy conocida es “checar” que pues también viene del inglés. Usamos algunas palabras como… en nuestros verbos tenemos eso o por ejemplo “rentar”, ¿no?, que en realidad no se utiliza mucho en España. Quizás la pueden comprender, pero pues aquí en México sí usamos “rentar”, “checar” o el tan afamado “spanglish”. Como “la troca”, ¿no?, por ejemplo.
Jim: Sí, que usan más en el norte, ¿verdad
Diego: ¡Exacto! Sí, sí, sí.
Diego: Sí. O sea, y también podríamos decir que hay tres tipos de acentos en México. La región del norte, la región central y la región del sur. En la región del norte se dice que va de menos a más y eso tiene que ver con la acentuación. Entonces, pues digo… yo no puedo imitar muy bien el acento del norte, pero es como: “¡Vámonos hijo! ¡Ya preparé la troca!”
Efraín: “¡Ah, te la bañaste!”
Diego: “¡Ah, te la bañaste!”
Efraín: “Osho”
Diego: “¡Fierro pariente!”
Efraín: Oye, y que dicen “osho” en lugar de ocho.
Diego: ¡Ajá, exacto! la "ch” también es un “sh"... “osho”.
Efraín: Y también dicen “shilo” en lugar de “chido”.
Diego: ¡Ajá, exacto! Sí, sí, sí. Hay muchisísimas diferencias. Podemos hacer hasta un canal completo haciendo las diferencias del norte. En el sur, sin embargo, es lo contrario. Es como si fuera en… de más a menos. Y ahí si yo no puedo imitar muy bien el acento.
Efraín: Sólo me sé el de Yucatán, eh.
Diego: A ver, ¡échale!
Efraín: ¡Bomba! Jajaja.
Diego: Sí, sí. Jajaja.
Efraín: Sólo me sé eso, disculpa. No, sé más, sé más.
Diego: Sí, sí es cierto, es cierto. “¡Bomba!” Es como “¡bomba!”
Efraín: Sí, sé más, pero ahorita ando nerviosito.
Jim: Jajaja.
Diego: Y en el centro, al menos es lo que hemos escuchado de algunos estudiantes, es un poquito más fácil de entender porque no… no nos vamos ni… bueno, en la ciudad sí dicen que nos vamos un poco para arriba como hablamos aquí. Emm… el acento le llaman el acento chilango. Y eso lo puedes identificar con la palabra “güey” o “chale”, que son palabras muy típicas de aquí de la ciudad. Entonces, si escuchas a alguien como: “Ah, no mames, güey”. Ese tipo de acento es muy característico de aquí de la ciudad y es algo que no tienen otros estados. O el: “Chale, carnal”. Ese tipo de acento también es de acá. Entonces, no sé si… si respondí bien tu pregunta, Jaime, pero esas son algunas diferencias.
Jim: No, está bien, está bien. Y en vez de preguntarles qué significa cada frase, quiero mencionar que en la sección del “breakdown” que tenemos en nuestra membresía ahí para este episodio vamos a explicar las frases y las palabras que mencionan Diego y Efraín.
Efraín: Les va a costar, eh. Ahora sí… ahora sí van a necesitar el “breakdown” porque yo… yo me esmeré, le eché ganas, le puse empeño….
Diego: ¿Le pusiste huevos?
Efraín: Le puse segunda y le puse huevos para que nadie me entendiera. Jajaja.
Jim: Jajaja. Muy bien, muy bien.
Jim: Pues, ¿qué tanto usan los mexicanos las groserías en su día a día? Porque estamos hablando sobre eso más bien hoy. Y hay muchas groserías que pues tal vez las sé, pero no las uso tan seguido, ¿no? En nuestro podcast y en nuestro canal no decimos tanto las palabrotas y me cuesta usarlas porque no es como un hábito que tengo, ¿no? Pero yo creo que aún así es importante poder entender lo que alguien te está diciendo o lo que estás escuchando en una conversación para evitar problemas, ¿no?
Diego: ¡Totalmente! Sí, y de hecho creemos que las groserías son parte de la cultura del mexicano. No queremos decir que todos los mexicanos son groseros, no. Pero indudablemente si vienes a... no importa si al norte, centro o sur, vas a escuchar, sin dudas alguna grosería en alguna ocasión.
Diego: Y las groserías mexicanas sí son… son bastas, son… realmente sí tenemos un chingo de groserías. Como esa, o sea, “un chingo”. Y yo creo que sí es… son muy usadas en nuestro día a día. Al menos en mi caso particular, yo no soy tan grosero ni tan lépero como Efraín, pero pues sí llego a decir dos que tres groserías al día.
Efraín: Pues mira, yo sólo digo groserías con Diego.
Diego: Jajaja.
Efraín: Porque mi mamá en serio no, no... ¡me saca de la casa, eh! Me saca de la casa. Pero en cuanto a las groserías, hay muchos mexicanos que no les gustan nada, eh. O sea, que no las admiten. Las conocen, pero tampoco les gusta usarlas mucho. No obstante…
Diego: ¡Ah, cabrón!
Efraín: No obstante, creo que son necesarias en el vocabulario de cualquier estudiante. Porque no siempre vas a estar en una casa, vas a salir a comprar algo, también vas a querer tomar un tour, conocer a alguien nativo fuera de su casa y entonces ahí te encuentras con las groserías.
Diego: ¡Claro! En los mercados también (típicamente).
Jim: Sí. Hay situaciones más apropiadas, ¿verdad?, para usar las groserías.
Diego: Sí, claro.
Jim: Pero sí las escuchas todo el día. Si andas en la calle aquí en México, pues las vas a escuchar, definitivamente.
Diego: ¡Exacto! Igual cuando ves videos en YouTube de México, indudablemente hay alguien que dice una… una grosería.
Efraín: ¡Claro! Échate el episodio del podcast número uno en México “La Cotorrisa” o “Leyendas Legendarias”…
Diego: ¡Sí! A cada rato están usando. Muy cierto.
Jim: Muy bien. Pues, ¿hay groserías que son más fuertes que otras? Me imagino que sí, ¿no?
Diego: Sí. Tenemos como ahí un “top” de groserías que son bastante… bastante fuertes. Y que sí debes de tener mucho cuidado de cuando las… las usas. Porque también más allá de eso, creo que la entonación es lo… lo importante.
Diego: Para nosotros, una palabra que sí es bastante fuerte es “pendejo”. Pero si tú la dices con un tono neutral, suena muy mal. Si la dices en el contexto adecuado y con la entonación adecuada, realmente es hasta jugando. Entonces, a pesar de que esa grosería sí es bastante fuerte para nosotros, todo depende del contexto y también de la entonación. Es como de: “¡Ah, no ma', Efra! ¡Qué pendejo! ¿Por qué hiciste eso?” Entonces, ahí luego, luego se nota que es una... que estoy jugando con él, pero no le estoy llamando a él como “pendejo” de… de falta inteligencia, que es básicamente el significado, ¿no?
Efraín: Sí. Y también hay que tener cuidado como… una grosería baja, que aún se considera grosería, que es “güey”. O sea, que he tenido algunos alumnos que le escriben “güey” a su anfitrión de Airbnb y el anfitrión se enoja. Pero bueno, o sea, porque algunos se enseñaron que “güey” es sólo como un amigo, "bro", no sé.
Diego: Si, exactamente.
Efraín: Pero sin… si es en mensaje, mejor no lo escribas.
Efraín: Y bueno, para saber cuáles son las más fuertes, creo que siempre incluyen la palabra “madre”.
Diego: Sí, sí, sí. Los… las compuestas, ¿no? Una de las más fuertes quizá se podría decir es “chinga tu madre” o todo lo que contenga eso, justo, “madre”.
Efraín: Sí, sí, sí. Y para mí la más fuerte es el conjunto de estas palabras: “hijo de tu reputísima madre”.
Diego: O sea, no es putísima, es reputísima. O sea, más.
Efraín: Ajá, o sea...
Diego: Sí, exacto.
Jim: Suena muy fuerte.
Diego: Sí. Jajaja.
Jim: Pero qué interesante sobre eso de “güey”. Yo sabía que es muy informal, ¿no? Pero es una palabra que se usa mucho en confianza, ¿no? Cuando ya eres amigo de alguien. Pero puede ser un poco despectivo si no conoces a* la persona, no hay confianza, ¿verdad?
Diego: Yo creo que aquí la regla de oro para usar esa… esa palabrita es esperar a que te la digan a ti primero. Si te la dicen a ti es porque esta persona ya tiene una confianza. Especialmente tú como extranjero, no la uses tú primero. Más bien hay que esperar a que ya tenga esa confianza la persona y que te diga: “Ah, ¡qué onda! ¿Quieres otra cervecita, güey?” Entonces, ya sabes ahí que tiene esa confianza para llamarte y pues le puedes contestar: “¡Pues nos la echamos, güey! Claro que sí”. Y ya ahí, ya puedes hacerlo. Pero si lo haces tú desde un inicio, a veces yo sí siento con algunas personas cuando me dicen “güey”, que sé que no son mexicanos, si digo: “¡Ah, cabrón! ¿Cómo... cómo me llamas así?”, ¿no?
Jim: Sí.
Efraín: Sí. Y bueno, muy buen punto, Diego. Mas sin embargo… no es cierto, no es cierto. Muy buen punto, pero también hay que recordar que “güey”, en otros tiempos su significado era tonto, ¿no? Entonces, o sea, algunas palabras de nuestra generación todavía se consideran ofensivas. Quizá para los de veinte hacía menos años ya no tienen el mismo peso.
Jim: Ya no hay pedo con eso.
Efraín: Ya no hay pedo.
Diego: ¡Exacto! Ya no hay pedo, hay peda.
Efraín: ¡Claro!
Jim: Jajaja. Muy bien. Pues sí, suena exactamente como “dude” en inglés, ¿no? No lo usas con tu jefe, ¿verdad?
Diego: No. Exacto, sí. Exactamente.
Jim: Jajaja. Muy bien.
Jim: Pues, seguramente tienen sus groserías favoritas. Dinos tres de sus favoritas cada quien, por favor.
Diego: La mía, una que uso todo el tiempo, es “cabrón”. Tiene igual bastantes significados, pero yo lo uso más como una expresión o “¡Ah, cabrón!” cuando algo a mí me sorprende. Yo podría decir que es una grosería leve. Es como… si la puedes usar incluso en el trabajo, yo podría decir que* sí, pero como una expresión de sorpresa: “¡Ah, cabrón!” Entonces, esa es la primera.
Diego: La segunda yo diría que es ah, ah, ah... mmm. Ya me pusiste a pensar, Jaime. A ver, ¿cuál es una que uso mucho? De hecho, creo que tú podrías decir, Efra, ¿cuáles uso más yo?
Efraín: Por ejemplo “no mames” sí es una grosería, Diego. Es muy grosero de tu parte, ¡pendejo!
Diego: ¡No mames, güey! Sí, es cierto. Sí, uso mucho “no mames”, también es cierto. Esa sí es más grosera, esa no la usas… claro que no en el trabajo. Emmm, pero… ¿otra?
Efraín: Otra que también te gusta usar es* “cabrón” y “¡Ah, chingá!”
Diego: “¡Ah, chingá!” Sí es cierto. Que es una muy parecida a “Ah, cabrón”. Es muy parecida. De hecho podría decir que son sinónimos “¡Ah, cabrón!” y “¡Ah, chingá!” como sorpresa.
Efraín: Sí, sí. Pero bueno, aunque son muy informales, eh.
Diego: Totalmente.
Efraín: Bueno, a mi me gusta mucho decir… cuando estoy solito, sin que me escuche nadie, digo: “¡Puta madre!”. O sea, cuando algo es difícil y digo: “¡Ah, puta madre!”
Diego: Exacto.
Efraín: O se me olvidó algo, es como una… una maldición, ¿no? Así de: “¡Maldición!” Bueno, yo no digo “maldición”, digo: “¡Puta madre!”