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Una historia (1)

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Una historia (1)
 
Mis amigos más íntimos de los dos últimos años no quisieron hablar conmigo. Fue después del curso superior en la escuela secundaria a principios del verano en junio. Mi mejor amigo, Miguel, el que había mantenido a nuestro grupo de amigos juntos, me debía dinero que él simplemente no tenía y mi contacto con él y el resto de nuestro grupo a través de los meses previos se había vuelto como una pieza en una rompecabezas que se había ido cambiando lentamente y discretamente hasta que ya no se podía encajar más. Por seguro, a Miguel no le ayudaba el hecho de que él debía una suma bastante substancial a mi familia, y mi madre puede ser una usurera con su dinero peor que un tiburón con su carnada.
Endeudarse es verdaderamente una de las cargas más desagradables que cualquier persona puede llegar a encontrarse, pero fue simplemente insostenible para alguien tan orgulloso y arrogante como Miguel. Él era alto, más alto que yo, algunos años más viejo también, como yo había brincado unos grados en la escuela, con características muy marcadas pero atractivas y un deseo insaciable de ser el centro de atención. Él se había criado en Inglaterra durante sus primeros años. La borracha de su madre era de Bournemouth en el sur del país y ella le había criado hasta que él cumplió once años, cuando su padre logró obtener la custodia de él y su hermano mayor y les trajo a los Estados Unidos – no obstante, si un padre ausente es mejor que una madre que necesita a sus hijos para sujetarle el cabello sobre el inodoro, no puedo decir. Después de su llegada, Miguel perdió el acento para relacionarse mejor con la gente xenófoba de su entorno – Emma Lazarus debió haber hecho alguna investigación sobre el estadounidense típico en el suroeste de los Estados Unidos antes de escribir ninguna poema – pero de todas formas, Miguel era bastante bueno para sacar a la luz sus encantos siempre que fuera necesario.
Él había sido achaparrado y chaparro como un joven, pero cuando se volvió un adulto, sus perspectivas sociales cambiaron desde alguien que no quería que ninguna persona notara su presencia en la sala a un hombre que se espantaba si todo el mundo no le miraba en el momento en el que él entraba en la sala. Cuando yo conocí a Miguel, dos años antes de esta historia, yo era muy similar a Miguel cuando él tenía los mismos años. Yo era achaparrado y chaparro también – un chico torpe, tímido, delicado. Me conocían mis compañeros como “el chico con la chaqueta de cuero” yo supe esto más tarde en mi vida, porque me vestía con la misma chaqueta cada día. Sigo pensando que ninguna persona merece puntos por su creatividad, y yo no puedo echar la culpa a nadie de que tampoco quisieran conocerme. Ningún cambio de vestuario puede durante unos meses llamar la atención equivocada sobre uno mismo.
Pienso que Miguel pensó de mí que yo podía ser su pequeño proyecto, alguien que podría ser apadrinado o estar bajo su propia tutela. También dio la casualidad de que nos hicimos amigos después de un tiempo, . Me hice miembro de su comitiva de amigos y, por lo tanto, ellos se hicieron mis amigos. Sin embargo, ellos fueron siempre primero los amigos de Miguel . Yo mentía, como toda la gente vergonzosa miente, para encajar mejor. Yo empecé a fumar. Les dejé cortarme el pelo largo que me colgaba hasta los hombros y les dejé cambiar el estilo de vestirme. “Tu quieres decirme que enormes camisas de Target y Walmart que dicen cosas como ‘Por leer esta camisa, tu me has dado brevemente el control de tu mente’ y ‘No soy un doctor, pero todavía puedo examinarte’ no son ingeniosas y me hacen parecer como un pelota?”
Me cogió de nuevo, y les dejé llevarme a Urban Outfitters y American Apparel para hacerme el muchacho más popular que el dinero pudo comprar – pero, con un presupuesto pequeño. fingí hasta que tuve éxito, supongo que se puede decir así. Después de darme cuenta, dejé de ser para siempre su proyecto, y no a ser una marioneta a manos de Miguel y nuestros otros amigos. Muy a menudo, durante fiestas o cuando todos habíamos bebido demasiado, Miguel me recordaría, “¿Te acuerdas cuando eras gordo y tenías el pelo largo y raído? macho… ¿y esas camisas? ¿En qué coño estabas pensando?” Yo respondía siempre de la misma manera, “Esos fueron tiempos oscuros – sombríos, oscuros tiempos.”
–Continuará

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